Hace un par de días tuve la oportunidad de estar en Paraíso, Tabasco, y moderaba un foro que trató entre otros temas, el energético. Llegué a la conclusión de que justamente esta discusión no ha sido de peso en las campañas, a pesar de que México debería ser ejemplo en desarrollo sostenible.
La energía es el pilar en el desarrollo de los procesos productivos y la problemática radica en las fuentes para obtenerla; esto se agudiza cuando el mundo entero enfrenta la compleja situación del cambio climático. A nivel global, las fuentes primarias de energía están encabezadas por los hidrocarburos. En México, de acuerdo a la Secretaría de Energía, dicha proporción es todavía mayor y, sólo un 8% proviene de fuentes renovables; sin olvidar que la meta de generación de energías limpias es de 35% para 2024.
Aunque en nuestro país el compromiso por la generación de fuentes de energía alternas ha avanzado, la velocidad de este proceso no es suficiente. Nuestro México requiere seguir transformando el marco legal para alcanzar este nuevo modelo, acompañado de incentivos económicos, financiamiento para investigación y desarrollo, además del valioso aporte de capital humano. Respecto a este tema es que cuestiono seriamente la propuesta que hace Andrés Manuel de construir dos refinerías; de lograrse, sería en tiempos en que el mundo avanza a la sustitución del petróleo por energías amigables con el medio ambiente.
Insisto en hacer un diagnóstico real y aterrizado a las exigencias actuales, pues requerimos una visión seria, que apueste por el uso de biocombustibles, como biodiésel o bioetanol; así como energía solar, eólica e hidráulica. Hablar de desarrollo sostenible es tener puesta la mirada en el país que le heredaremos a las nuevas generaciones, y de esa manera debemos afrontar la decisión que tomaremos en las próximas elecciones; encaremos los retos ambientales con seriedad para seguir consolidando el México moderno e incluyente que tanto anhelamos.