El federalismo mexicano constituye el pilar sobre el que se ha constituido la soberanía nacional. Por ello, nuestro grupo parlamentario incluyó dentro de la agenda legislativa, y a petición de un grupo de legisladores en el cual me incluyo, fortalecer y defender fuertemente el federalismo. Recientemente, el presidente electo de México se reunió con la Conago para discutir su propuesta de presupuesto para las entidades federativas y su Plan de Austeridad, y específicamente la eliminación de los delegados federales para sustituirlos por un coordinador estatal. Esta propuesta ha generado una gran polémica entre los gobernadores, algunos argumentando que la instauración de esta figura representaría un riesgo para la soberanía de las entidades federativas.
Según la explicación de la administración entrante, los 32 coordinadores estatales ayudarían en el ejercicio de los recursos federales y vigilarían que éstos sean destinados para lo que fueron comprometidos, sin intervención de la administración pública estatal o municipal; y es que muchos programas y proyectos federales requieren la participación de estos órdenes de gobierno, ya sea para canalizar los recursos o para integrar los padrones de beneficiarios.
Es decir, de llevarse a cabo esta iniciativa, cada coordinador se convertiría en la máxima autoridad a nivel estatal sobre la aplicación de recursos federales y fungiría como único enlace para los estados con el gobierno central. Ahora quisiera aclarar que la figura de un coordinador estatal no tendría impedimentos jurídicos, pero sí implicaría reformas a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, ya que ésta en su artículo 17 sólo refiere a que las dependencias y entidades federales pueden contar con las delegaciones necesarias para asegurar que los procedimientos que les competen se lleven a cabo en los estados.
Así que la propuesta de contar con una sola figura de contacto, supondría una “desconcentración” de las funciones de cada secretaría u organismo, y al mismo tiempo de “concentración” de todos los programas en este súper delegado estatal. De no hacer los cambios orgánicos legales, podríamos imaginar a este súper delegado priorizaría el presupuesto que se bajará a los gobiernos estatales y determinar qué programas deben o no seguir, e inmediatamente después, viajar por toda la República en busca de las autorizaciones correspondientes con cada secretario, subsecretario o titular de oficina; lo cual a todas luces parece una pérdida de eficiencia del Estado. Y por el otro lado, se le quitaría una participación importante a los órdenes subnacionales frente a la federación, y restaría participación a quienes están más cercanos a las problemáticas locales, lo cual también pareciera una medida de austeridad poco inteligente.
Desde su adopción en 1824, el federalismo en México reconoce la existencia de fuerzas políticas distintas al poder central.
¡Hasta nuestro próximo encuentro!
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