Por Ali Huidobro
Si el medallero de #Tokio2020 se rigiera por preseas de polémicas, no tengo duda que nuestro México lindo y querido, lideraría el primer lugar con medallas de oro.
Para entrar en contexto: A través de redes sociales fue la atleta mexicana Brianda Tamara quien compartió unas fotografías donde se aprecian los uniformes de las jugadoras del selectivo femenil de Softbol que representó México pero la gran sorpresa es que estaban envueltos en bolsas de basura.
Junto con las fotografías, Tamara escribió “Este uniforme representa años de esfuerzos, sacrificios y lágrimas. Todos los deportistas mexicanos anhelamos portarlo dignamente, y hoy tristemente el equipo mexicano de sóftbol lo dejó todo en la basura de las villas olímpicas”.
De manera inmediata, los comentarios y réplicas no se hicieron esperar. ¡Vaya situación!
Cómo suele suceder en este tipo de casos, comenzaron a surgir diversos comentarios. Hay quienes aseguraron que es y fue un insulto a la nación que representan y por el contrario hay quienes manifiestan que ¿para que tanto show? Si se trata solo de “trapos sucios”
Creo que es comprensible que para muchos, conservar los uniformes representativos de tu nación es solo un acto personal, ajeno a la participación de las atletas en la justa deportiva.
Incluso hay quienes aseguran que conservar uniformes después de las competencias es algo apegado a la “cultura mexicana” es decir que en otros países no acostumbran a guardar cualquier tipo de “recuerditos”.
Tomando en cuenta este interesante punto, me recuerda que es necesario recordar y mencionar que el selectivo de sóftbol femenil (las responsables de la polémica) son de nacionalidad estadounidense.
Es decir, existe la probabilidad de que las atletas vean “normal” el hecho de que al concluir su participación en Juegos Olímpicos tras la eliminación, se quiten el uniforme y regresen a casa sin sus “armaduras”.
Siendo así habrá que investigar cuáles y cuantos países tienen la “cultura” de conservarlas.
Independientemente a esto, me parece (perdón por la palabrota) ridículo justificar un acto tan déspota y hasta miserable lo que las softbolistas hicieron.
Ahora bien, si usted, estimado lector, aún no logra comprender el por qué se armo tanto “pancho” por unos uniformes, aquí vienen los datos.
En primera instancia podría presentarles un estimado del precio total que las atletas dejaron en las bolsas de plástico pero “pelear” por un cifra que al final salió del bolsillo de un patrocinador me dejaría en ridículo a mi. No seré materialista.
Así, pues. Vámonos al valor real que tienen esos “trapos tricolores”.
Los Juegos Olímpicos siempre han tenido como propósito poner en competencia a los países en diferentes disciplinas y para esto cada nación busca obtener medallas, dejando así la prueba evidente de que quienes acuden a la competencia son los mejores de cada país.
En pocas palabras para portar esos uniformes se debe tener honor, se debe tener claro que es sinónimo de ser un seleccionado privilegiado para poner en alto a tu país.
En este sentido trato de exponer que el hecho de que las prendas verde, blanco y rojo terminen en bolsas de basura expone la poca empatía que las chicas sintieron con la nación que representaron este tiempo.
Esto me recuerda a cuando le prestas cinco pesos a un amigo que te promete con su vida que te los pagará mañana pero cuando llega la semana, la quincena o el mes y le cobras te responde con un “solo son cinco pesos”.
¿A qué voy? Que quizá cinco pesos no va a afectar tu economía pero dirás “no son los cinco pesos es la acción”
Lo mismo ocurrió con los uniformes, dolió la acción, representó algo y dijo mucho más que mil palabras.
Finalizo esta columna con una pregunta al aire que me gustaría que me hicieran llegar su opinión a través de redes sociales. ¿Qué abría pasado si las seleccionadas tuvieran en su acta de nacimiento la nacionalidad mexicana?
P.d Que continúen los juegos…
