La educación superior es una de las maneras más equitativas y humanas de generar igualdad verdadera y mismas oportunidades para todas y todos, así
como unodelosmotores del crecimiento incluyente.
Las inversiones en la calidad de la educación superior, se traducen en beneficios directos para las personas, primero y como consecuencia, para nuestras sociedades.
México como país y cada uno de sus estados y municipios, tiene que seguir impulsando la calidad, la equidad y la relevancia de su sistema de educación superior. Es una tarea conjunta que debe involucrar a los gobiernos en primera instancia, líderes políticos, las instituciones de educación superior, los estudiantes y el sector privado y sociedad.
Más de la mitad de los mexicanos entre 25 y 34 no ha cursado educación preuniversitaria, indica el informe anual de la OCDE, según una noticia publicada por la revista expansión el 11 de septiembre de 2018 y también dice que el 52% de los mexicanos de entre 25 y 34 años carecen de educación de nivel medio superior lo que sitúa a México, en la cola de los países de OCDE y favorece la desigualdad en el mercado laboral.
México es “el país de la OCDE con los niveles más bajos de titulación en la educación media superior”, lo que está “correlacionado con una elevada desigualdad de ingresos” y ahora con los efectos durante la pandemia y post pandemia, el reto para la educación del futuro es mayor, ya que han sido casi dos años de un experimento obligado para contar con sistemas de educación a distancia y que la lucha entre la vida y la muerte, entre el empleo y desempleo y entre comer, curarse, sobrevivir, vacunarse o no y seguir manteniendo la esperanza, millones de niñas y niños, jóvenes y no tan jóvenes, han padecido las variadas consecuencias.
El reto para la educación del futuro aún no se dimensiona y es solo con un análisis simple que se puede vislumbrar una gran brecha venidera y en cascada, que llevará décadas conocer la afectación y consecuencias que traerá todo el rezago que pudo generarse debido a la falta de atención al proceso enseñanza aprendizaje en todos los niveles.
La solución que podría existir para atender ese gran reto para la educación del futuro, está en la preparación, en la corrección y en la prevención, para evitar
caer dos veces por la misma piedra; la preparación en las fortalezas del carácter, tanto a profesores como al personal administrativo y directivo, que les permita desarrollar las habilidades que se requerirán para guiar y canalizar a las nuevas generaciones y ayudarles a superar sus propios retos, corregir los déficits que generó el nivel previo y aprender para prevenir en el futuro.