- PRI, experto; PAN, fallido
- Ebrard, comida y Mañanera
- Brenda, Wallace y García Luna
Durante la larga predominancia del priismo en la política nacional, el presidente de la República en turno mantenía celosamente en secreto el nombre de quien sería designado candidato a la sucesión.
En tanto llegaba ese momento, el habitante de Los Pinos solía jugar a las adivinanzas políticas en los medios de comunicación y a la exposición o supresión de presuntas candidaturas que al final quedarían desinfladas cuando el Dedo Supremo se posara en el destinatario elegido, al cual el aparato gubernamental convertiría de manera automática en presidente de la República, al menos hasta que Ernesto Zedillo Ponce de León hizo todo lo que le era posible para que en 2000 llegara al poder el desastroso Vicente Fox.
Los panistas, ha de decirse, no pudieron mantener el ritual del tapado: Fox no pudo imponer a Santiago Creel ni Felipe Calderón a Ernesto Cordero (muerto que había sido su delfín original: Juan Camilo Mouriño Terrazo, nacido en Madrid).
Ahora, Andrés Manuel López Obrador está ensayando un proceso en sentido contrario: no solo permitir que algunos de los personajes bajo su mando político se declaren aspirantes a la sucesión sino incluso avalar y promover tales postulaciones tan tempranas. Ahí están ya a la vista Ricardo Monreal, jefe del Senado; Claudia Sheinbaum, no expresamente confesa pero sí promovida con coros en actos públicos y, desde ayer, Marcelo Ebrard, quien hasta antes del accidente mortal en un tramo de la Línea 12 del metro capitalino fungía como una suerte de vicepresidente.
Necesita una peculiar fuerza política sostenida el lance de los precoces destapes. Exponer con tanto adelanto a los presuntos competidores (Esteban Moctezuma, Juan Ramón de la Fuente y Rocío Nahle parece que no se han creído el nuevo juego) implica el riesgo de un desgaste prematuro y de contaminar con la natural politiquería del caso su función específica en un gabinete presidencial o en gobiernos como el de la Ciudad de México que, por lo demás, cuentas tan disparejas están entregando.
En particular, se generan ingredientes combustibles para eventuales choques entre los grupos en general y, en particular, entre los dos que se sientan finalistas, como es el caso de Ebrard y Sheinbaum, cuyos estilos políticos, carga ideológica, origen y proyectos son muy diferenciados.
En ese contexto se dio la insólita formalización no explícita de la candidatura del canciller, ayer en la Mañanera, luego de una reunión de fin de semana en el Estado de México, donde (al estilo de Felipe Calderón contra la voluntad de Fox, al ser destapado el michoacano en una comida campestre en Jalisco) el discípulo político de Manuel Camacho Solís fue impulsado por “amigos y colaboradores” para tomarle la palabra a AMLO y construir la candidatura presidencial marcelista.
Entre otra de las incongruencias de la llamada Cuarta Transformación, se mantiene el manto de protección gubernamental a Azucena Pimentel, quien era la productora del programa matutino de información que conducía Carlos Loret de Mola en Televisa y ha sido señalada como corresponsable del montaje de la aprehensión “en vivo” de Florence Cassez e Israel Vallarta.
Pimentel entró a colaborar en la Coordinación General de Comunicación Social de la Presidencia de la República, con Jesús Ramírez Cuevas como jefe y, luego de ser recordado en la conferencia mañanera de prensa su papel en el citado montaje, fue separada del cargo y enviada a la coordinación general de Aprende MX, en la Televisión Educativa. La productora Pimentel ha puesto su versión de los hechos televisivos en que participó: www.azucenapimentel.com.
Y, mientras se acerca el momento de la libertad, condicionada o definitiva, de Brenda Quevedo Cruz, luego de más de una década de estar presa sin sentencia, en el marco de las maquinaciones que armó Isabel Miranda de Wallace en el extraño caso de la desaparición de su hijo Hugo, convertida esta madre en una asociada política y directamente ejecutiva de Genaro García Luna y Luis Cárdenas Palomino, ¡hasta mañana!