Vergara era, fue siempre, un empresario. Que hacía negocios con gobiernos para la difusión de temas turísticos en su canal de televisión. Supongo que también otros que desconocemos. A juzgar por la grabación, ilegal, que el gobierno dio a conocer a través de una diputada local, fue también un empresario que daba dinero a campañas políticas. Por lo menos, dijo “nos pasaron la charola”, en Puebla.
Como muchos otros empresarios está inmerso en problemas con el pago de impuestos.
Vergara fue, también, un funcionario del gobierno de Carlos Joaquín que entregó resultados estupendos, más allá de lo que podía pedírsele, en un ámbito que los dos anteriores gobernadores manejaron como su “caja chica”, y que era un verdadero cochinero. De ahí que su aspiración política lo llevase, legítimamente, a convertirse en precandidato a diputado federal.
Hasta ahí todo era una historia de éxito.
¿Cómo se convirtió en el villano favorito de los medios nacionales?
La respuesta es muy fácil: Lo convirtieron. Lo siguen convirtiendo con historias que rayan en la peor fantasía. Y esto obedece, no puede haber otro análisis, a la necesidad que tiene el gobierno federal de tener una “contraparte” al villano, éste sí bien construido, Alejandro Gutiérrez que el gobernador de Chihuahua mantiene en prisión, por financiamiento ilegal al PRI.
¿Cuál es la diferencia abismal en estos dos casos? Que la acusación contra Juan Melquiades Vergara está sustentada en el manejo de sus finanzas personales, y la que tienen contra el priista se afianza en dinero que la SHCP traslado, a través de empresas fantasmas, para financiar al PRI.
Diferencia abismal.
¿Cuántos empresarios buscan la manera de pagar menos impuestos? ¿A cuántos empresarios afines al gobierno en turno, que han contribuido a campañas políticas, se les ha condonado el pago de impuestos?
En una entidad saqueada por funcionarios públicos electos y nombrados, no hay una palabra contra el desempeño de Juan Vergara. Esto tendría, por lo menos, que hacernos meditar en los temas que hay detrás de la persecución en su contra, tan bien orquestada, hasta con fotografías de los relojes que, supuestamente, tiene.
¿Qué voces se han levantado en su defensa?
¿Era necesario que las hubiese?
Lo cierto es que con una disciplina singular Juan Vergara está inmerso en el tema legal y ha mantenido el mayor silencio. ¿Hay consigna en su contra? Eso es algo que todavía está por verse. Depende de los jueces, de cómo los jueces interpreten lo que verdaderamente persigue la PGR como un apéndice del gobierno federal.
Por eso es tan importante contar con un Fiscal autónomo, no con un encargado del despacho de la PGR como actualmente tenemos. De la independencia de las autoridades federales encargadas de perseguir a quienes, realmente, violan nuestras leyes dependen muchas de nuestras libertades individuales.
De esta independencia depende que casos, a modo, como el de Juan Vergara, no existan. Depende que no se queme en leña verde, en la plaza principal, a villanos construidos a modo para fines políticos…