Cada 25 de mes, el Día Naranja nos recuerda una deuda pendiente: erradicar la violencia contra las mujeres.
No es un recordatorio simbólico, sino una llamada constante a actuar con responsabilidad institucional.
Desde el Congreso del Estado de Quintana Roo, como diputado, tengo claro que esta lucha exige más que solidaridad: exige leyes firmes, presupuestos justos y políticas públicas que generen cambios reales.
La violencia no se combate con discursos, se enfrenta con reformas, con apertura al diálogo y con acciones contundentes.
Por eso, hemos impulsado una agenda legislativa con perspectiva de género, conscientes de que todo lo que se construya sin incluir a las mujeres está destinado al fracaso. Nuestra labor es escuchar, legislar y transformar.
En esta Legislatura, hemos aprobado reformas que fortalecen los mecanismos de protección a víctimas, garantizan la igualdad sustantiva y promueven una cultura de paz.
También hemos impulsado auditorías con enfoque de género y exhortos a las instituciones para que se cumplan protocolos con perspectiva feminista.
Porque no basta con legislar: hay que vigilar que se cumpla.
Pero lo más importante ha sido acercarnos a la realidad que viven miles de mujeres en nuestro estado.
A través de foros, encuentros comunitarios y sesiones abiertas, hemos recogido testimonios que nos han ayudado a diseñar leyes más humanas y eficaces.
Cada palabra compartida por una madre, una joven o una activista, ha sido clave para darle sentido a nuestro trabajo.
Hoy, en el Día Naranja, refrendo mi compromiso como diputado: seguir legislando con empatía, con convicción y con la certeza de que la transformación de Quintana Roo pasa por el respeto a los derechos de las mujeres.
Que nunca más tengan que gritar para ser escuchadas, y que encuentren en el Congreso una institución aliada, cercana y firme frente a la injusticia.
Porque si una sola mujer vive con miedo, el trabajo no está terminado.