En días pasados el fenómeno Agatha hizo estragos en el sureste mexicano, sobre todo en Oaxaca; en Quintana Roo se desataron fuertes tormentas al punto de colapsar la ciudad por las inundaciones, fue parejo para todos los ciudadanos, lo mismo en barrios residenciales que en regiones.
La dirección de Tránsito y numerosos cancunenses en sus redes sociales dieron a conocer numerosos carros que quedaron varados, personas que cruzaron avenidas con el agua a la altura de un metro, negocios cerrados por las lluvias torrenciales.
Lo cierto es que en esos días la movilidad fue un caos y la mayoría de la gente señalaba al Ayuntamiento de Benito Juárez y sus malos trabajos en el desazolve de pozos.
Si bien hay un programa municipal que en temporada de lluvias se refuerza y que por consiguiente ayuda a que los diferentes puntos de la ciudad que son focos rojos, se vaya el agua con fluidez, que en algunas zonas es tardado, no los justifico, pero dónde está el aporte ciudadano al cuidado del medio ambiente en la zona urbana.
Es tarea de todos contribuir a no tirar basura en las calles, en mis viajes en combis de transporte público es frecuente ver apersonas tirar botes de refresco y envoltorios de dulces por la ventana hacia la calle, personas que pasean a sus perros y no levantan sus excrementos, por solo citar dos ejemplos.
Recientemente en mi viaje por La Habana, me llamó la atención que casi no había suciedad en las calles, cosa que no ocurría años atrás y una amiga cubana me dijo “es que no hay dinero para darnos el lujo de comprar alimentos y arrojarlos a la calle, hay mucha necesidad y carencias”.
Ahí analicé el exagerado consumismo que hay en este país que la gente no se detiene a ver ni recapacita.
Y volviendo al punto de los desazolves, hay que tener en cuenta que ayudan, pero no hacen milagros, pongamos nuestro granito de arena; con todo lo relatado saque usted sus propias conclusiones, punto y final.
