Carlos Salinas de Gortari y Diego Fernández de Cevallos decidieron salir al escenario mediático casi al mismo tiempo.
El primero, mediante un artículo publicado el jueves 25 en el diario español El país, bajo el título de “Algunas preguntas para los electores” (https://goo.gl/RvxyRX); el segundo, en una entrevista con Álvaro Delgado en la revista Proceso, titulada “Diego: es la hora de hablar”, la cual se realizó el pasado miércoles 24 y comenzó a circular en su edición de la semana en curso.
En ambos casos hay una dedicatoria adversa a Andrés Manuel López Obrador. Salinas, sin mencionar al tabasqueño, como no mencionó a aspirante presidencial alguno, pero con una elaboración interrogativa que en dado caso embona con los posicionamientos de José Antonio Meade y de Ricardo Anaya y, en contrapartida, coloca al tricandidato moreno en el lado oscuro de la argumentación. Fernández de Cevallos sí fue directamente contra López Obrador, sin ahorrar adjetivos ni hígado.
Más allá de la coincidencia de calendario (que tampoco es un dato menor), Salinas y Fernández de Cevallos han saltado al foro para apuntalar la campaña de Ricardo Anaya Cortés, el joven panista cuyas características le hacen ver como un nuevo Salinas, en términos de ambición y perversidad políticas. La identificación del Salinas original con su clon panista podría inclinar a otras fuerzas de poder político y económico a apoyar abiertamente a Anaya Cortés, como única posibilidad de simular una derrota del PRI (aspiración muy generalizada en buena parte de la sociedad mexicana, una suerte de venganza contra una marca específica) mediante la conversión del joven Anaya en una apuesta “antisistema”.
Mediante veinte preguntas, Salinas de Gortari plantea, por ejemplo: “¿Continuarán algunos de los aspirantes atados al localismo y al simplismo, o asumirán finalmente que a lo largo de su historia y por su ubicación geográfica, en México la política siempre ha sido y seguirá siendo geopolítica?”; ¿Quién de los precandidatos mexicanos tiene idea de cómo actuar en los centros regionales estratégicos de poder, como son los distritos de la Reserva Federal en Nueva York, Atlanta, Chicago, Dallas-Houston, San Francisco?”; “¿Seguirá el debate electoral anclado como desde hace 30 años al falso dilema neolioberalismo-populismo?”; “¿Continuarán las políticas sociales que sólo promueven la dependencia en la ayuda oficial? ¿o promoverán más clientelismo dependiente de la mano personal, exclusiva y directa de los profetas de las soluciones sin esfuerzo?”; “¿Democracia de un solo dirigente?¿Plebiscitaria, propiedad del líder populista? ¿O participativa tanto como representativa?”.
La predisposición del análisis salinista hacia las opciones del PRI y del PAN salta a la vista.
Son preguntas de un examen pensado para que Meade y Anaya se lleven estrellitas en la frente.
Pero la suerte política de los dos alumnos destacados no es la misma.
Meade ha sido empujado desde Los Pinos para envolverse diariamente en las peores prendas del priismo que supuestamente le sería no solo lejano sino incluso indeseado.
Cada acto de Meade parece pensado para irle bajando puntos y propiciar que Ricardo Anaya se coloque en el segundo lugar explícito de la contienda.
A Meade lo han programado no para que desarrolle y aproveche las prendas que le llevaron a ser candidato del PRI: su condición “ciudadana”, el no ser priista, el presumir de una honestidad específica en lo personal.
Por el contrario, se le agenda diariamente para que sea visto entregándose al priismo, a los gobernadores y exgobernadores corruptos, haciendo propuestas que le muestran falso y manejado, pues el contexto, la historia y los acompañantes contradicen escandalosamente las presuntas buenas intenciones de quien fue cinco veces secretario de Estado.
Urgente es, en ese contexto, colocar a un candidato viable para concentrar en él todas las fuerzas que desean impedir que llegue López Obrador a Palacio Nacional.
Si los empeños siguen dividiéndose en dos, Meade y Anaya, Morena tendrá un camino más transitable.
Para ello es el salto de Salinas y Diego (éste, colmando de elogios a Anaya: inteligente, trabajador, culto, valiente, solo reprochándole que no sea tan incluyente a la hora de imponer sus decisiones), con Santiago Creel (operador del grupo de Fernández de Cevallos) como consejero principalísimo del nuevo Salinas, Ricardo Anaya Cortés.
Indignación y movilización provocó entre los capitalinos el caso del joven Marco Antonio Sánchez Flores, quien desapareció el pasado martes, luego de haber sido detenido, esposado y golpeado por policías del gobierno de la Ciudad de México en una estación del Metrobús en la delegación Azcapotzalco.
De 17 años, cinta negra de karate, estudiante de la preparatoria ocho de la UNAM y con intereses en la fotografía, la poesía y el arte en general, Marco Antonio se topó con la realidad del Sector Hormiga de la Secretaría de Seguridad Pública y con la realidad en general de la administración mancerista.
Según lo relatado por el amigo que acompañaba a Marco Antonio, uno de los policías agresores ya había extorsionado a jóvenes estudiantes de esa zona, en un patrón de conducta reiterado (https://goo.gl/rf6d8y).
Anoche, luego de difundirse que el estudiante Sánchez había sido visto en mal estado en Tlalnepantla, Estado de México, Miguel Ángel Mancera daría una conferencia de prensa, a una hora en que esta columna ya había sido entregada.
Astillas: Tal como se preveía a partir de los entrenamientos previos, el exfutbolista Cuauhtémoc Blanco Bravo ha sido designado por el director técnico, Andrés Manuel López Obrador, como delantero de la formación que en Morelos se enfrentará al marrullero cuadro dirigido por Graco Ramírez, quien busca presentar en similar condición delantera a su hijo adoptivo, Rodrigo Gayosso.
De ganar el campeonato morelense, el autor de la “cuauhtemiña” quedará bien colocado para que su real manejador, José Manuel Sanz, vaya pensando en el pase a otros equipos y futuras contrataciones redituables… ¡Hasta mañana!