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noviembre 21, 2024

Astillero

La hora de Meade

¿La continuidad “ilustrada”?
Osorio: fuera, a empujones
Nuño, ¿dónde va a “ler”?

José Antonio Meade Kuribreña (JAMeKu: léase “mid” o “Pepetoño”) ha sido un finalista prefigurado en el extraño proceso del tapadismo tricolor en la etapa de Enrique Peña Nieto (tan autoritario como siempre, ese proceso, pero esta vez con ciertos aires descuadrados, cual si fuera una tragicomedia involuntaria).

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Dejar la secretaría de Hacienda ha sido un paso obligado para JAMeKu, a fin de ser colocado, según la bola de cristal de cada adivino (aunque sólo hay y habrá un dedo que proveerá el veredicto final, inapelable), en el Banco de México o, como anoche lo daban por hecho las versiones y rumores tan insistentes a la hora de cerrar esta columna, en la batalla de utilería por la candidatura presidencial del PRI, a pesar del Beso de Videgaray (su desmesurado elogio de Meade ante el cuerpo diplomático acreditado en México) y con una evidente adhesión a su favor por parte de cúpulas empresariales, nativas y extranjeras.

Meade se llevó con calma e incluso con buen humor el presionante curso previo a la toma peñista de decisiones. Solía decir en privado que nada podría hacer, ni a favor ni en contra, más que seguir cumpliendo con su trabajo y esperar los tiempos y la designación que, obviamente, sólo tomaría una persona, conforme a criterios que sólo ella determinaría.

Hay varias paradojas en el contexto que define la suerte del renunciante Meade: es un presunto modernizador que, sin embargo, trata de emerger de un proceso que debería estar en vías de extinción, cuyo eje de estabilidad perderá fuerza justamente en cuanto dé a luz la decisión hasta ahora contenida: Enrique Peña Nieto, el ocupante de la silla presidencial mexicana con peores niveles de popularidad, jefe de un gabinete de trabajo dominado por calificaciones altamente negativas, causante de desgracias electorales para su partido (justamente a causa de su impopularidad e ineficacia), juega a los tapados y se regala la postrera demostración de un control político que en otros ámbitos no ha tenido. Dedazo al peor estilo tradicional es lo que hasta ahora ha esperado Meade Kuribreña, el presunto abanderado de la continuidad ilustrada, el buen operador técnico de las políticas económicas neoliberales que tienen contentas a las élites y maltrecho al país en lo social.

También hay un capítulo digno de película de gánsters: a Miguel Ángel Osorio Chong lo llevaron a “desistir” de sus escuálidas posibilidades (conforme al ánimo de Peña) de ser aspirante a la candidatura priista mediante una intensa campaña de desacreditaciones que incluyeron evidencias de trasiegos financieros corruptos que habrían quedado en los archiveros del poder, intocados, sin difundirse, si no hubiese sido necesario descarrilar las expectativas del ex gobernador hidalguense que tenía el mejor posicionamiento de priistas en las encuestas de opinión, lo cual constituye justamente su principal impedimento: es el ejemplo clásico del político tricolor, cargado de demagogia, simulaciones y expedientes oscuros.

Osorio Chong dio las gracias a quienes impulsaron su precandidatura informal y pareció, hasta anoche, cumplir con el rol definido en una reunión privada de Peña Nieto con seis presuntos finalistas (Meade, Nuño, Osorio, Narro, De la Madrid y Eruviel Ávila), en la que se comprometieron a asumir la decisión del dedo de Peña y ser solidarios con el beneficiado de tal designación.

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Con el amago de los expedientes delictivos prestos para ser activados en su contra, en caso necesario, Osorio Chong ve lo que probablemente ha impulsado o, cuando menos, consentido: el coqueteo del partidito llamado Encuentro Social con Morena, en un movimiento exploratorio de alianzas electorales que muy poco aportará en cuanto a votos al partido de Andrés Manuel López Obrador, pero sí en cuanto a tiempos mediáticos, ciertos recursos económicos y, sobre todo, una vía eventual para encauzar disidencias priistas no solo provenientes del ámbito del desahuciado del reino peñista, Osorio Chong que, junto con Jesús Murillo Karam, han dado aliento al mencionado Partido Encuentro Social, de tintes de un cierto cristianismo.

Pero, aún cuando anoche la efervescencia colocaba a “Mid” en lo más alto de las especulaciones presidenciales, falta ver la suerte del otro precandidato prefigurado, Aurelio Nuño, el educador que sí sabe “ler”, el objeto de todas las objeciones del magisterio no oficialista, el más enriquista de los peñistas, distanciado de su original promotor, Videgaray, y consagrado a demostrar al exgobernador mexiquense que él sí es de absoluta confianza, que él no traicionará cuando ya tenga la candidatura en la bolsa o, eventualmente, el poder significado en una banda de tres colores en el pecho. Ah, y por si hiciera falta, el favorito del ave políticamente rapaz que en estos días ha retomado vuelo “literario”, Carlos Salinas de Gortari.

Premuras, presiones y acomodos mientras López Obrador se alista para registrar su precandidatura virtualmente triunfadora el 12 de diciembre, el día de la Morenita del Tepeyac. Todo le sigue saliendo bien al tabasqueño, incluso la difusión del documental que dirigió Epigmenio Ibarra y del cual ayer tuvo buena aceptación el momento en que su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, interpreta una canción.

En el Frente de batallas hasta ahora más internas que externas, el formado por las directivas de PAN, PRD y Movimiento Ciudadano (“Ciudadano por México”, los apellidos falaces de ese frente), la legendaria proclividad del sol azteca a la trifulca por las candidaturas se ha vuelto a manifestar, con la expareja sentimental de Mancera y Barrales nuevamente en discordia, empeñada ella en ser candidata a la jefatura de gobierno de la capital del país a cambio de que el panista Ricardo Anaya lo sea a la presidencia de México, con el mencionado Mancera tratando de no quedarse con pocos réditos en la jugada frentista.

Y, mientras Eruviel Ávila ha dicho que Nuño, Narro y De la Madrid podrían ser aspirantes a la candidatura priista al gobierno capitalino, como si no tuvieran más viabilidad en la búsqueda de la postulación presidencial, ¡hasta mañana!

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