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noviembre 22, 2024

Astillero

Anaya: la guillotina judicial

Meade: el lastre de Los Pinos
AMLO: plácido navegar
Margarita: candidatura “apenitas”

Hoy, Andrés Manuel López Obrador solicitará su registro como candidato presidencial ante el Instituto Nacional Electoral (INE) y, el domingo, hará lo propio José Antonio Meade. El panista Ricardo Anaya había cumplido con ese ritual el pasado domingo.

Los trámites se realizan ante la Dirección Ejecutiva de Prerrogativas y Partidos Políticos del INE, para que el consejo general de este instituto determine, en sesión a realizarse el 29 del presente mes, la procedencia o improcedencia de esas solicitudes de registro. Aún cuando deberían ser pasos procesales sin mayor significado político, en cuanto pareciera definido que estos tres personajes cumplen con los requisitos formales, en esta ocasión hay detalles y mensajes que van más allá del protocolo burocrático.

Por primera vez en la historia política de las décadas recientes, un aspirante firme a la Presidencia de la República está bajo el riesgo de ser impedido de participar, a causa del expediente judicial relacionado con la venta de una nave industrial en Querétaro y con las triangulaciones y maniobras financieras que terminaron dándole una ganancia de decenas de millones de pesos al panista Anaya.

Priistas con poder, en Los Pinos, en la Procuraduría General de la República y en el comité nacional del partido de tres colores, aseguran con firmeza que Anaya no tiene salida jurídica, a menos que se llegue a negociaciones políticas inscritas en planes conjuntos contra el puntero, López Obrador. Anaya, quien pareció un exterminador implacable de enemigos internos en  Acción Nacional (Madero, Calderón, Margarita Zavala y Moreno Valle, entre otras de sus víctimas), no ha podido remontar las trampas que le han sido colocadas a partir de su prosperidad inmobiliaria y su alto tren de vida.

José Antonio Meade Kuribreña ha cumplido con una etapa de inusual zozobra respecto a su postulación presidencial. Aún cuando Enrique Peña Nieto forzó las condiciones para que un ciudadano sin militancia en el PRI pudiera ser su candidato a vivir en Los Pinos, y aún cuando esa distancia respecto al dinosaurismo de tres colores parecía de inicio una jugada de necesaria supervivencia, en cuanto el pentasecretario asumió su postulación fue empujado a una desastrosa y grotesca campaña de degradación de esa característica “ciudadana” o “apartidista”, para vestirlo retórica y gráficamente de priista tradicional.

Lo que ha vivido Meade, ya como candidato priista, necesariamente hizo recordar los infortunios de Luis Donaldo Colosio Murrieta, a quien las maquinaciones de Carlos Salinas de Gortari colocaron como candidato presidencial, pero condicionado e inclusive opacado por los juegos de poder que practicaba el entonces presidente de la República, alentando las posibilidades alternas de Manuel Camacho. Meade ha tenido que cruzar a tientas, respecto a Los Pinos, el camino que ha ido desde su destape como candidato hasta este domingo en que ¿al fin? ya habrá de quedar como candidato en firme, irrevocable salvo por causas de fuerza mayor.

Habrá de verse si Meade, ya jurídicamente posesionado de su candidatura presidencial, logrará irse desmarcando de Peña Nieto, Los Pinos y el PRI, para tratar de ofrecer algo distinto, aunque sea en términos de propaganda. Pero no parece “Pepe Toño” en condiciones de simular que busca independizarse: necesita el dinero, el aparato y la mano dura que solo le puede suministrar el actual mando desde Los Pinos. Y tendrá que hacer campaña junto a la herencia envenenada del peñismo en las candidaturas preferentes a cargos legislativos, con personajes nefastos en busca de fuero, entre ellos, algunos de sus anteriores compañeros de gabinete.

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Las vicisitudes del panista y el priista contrastan con el plácido navegar del expresidente nacional de Morena, quien mantuvo el control de la agenda pública durante el primer tercio, el de las precampañas, y en lo que va de este segundo tramo, el denominado “intercampañas”. López Obrador se ha dedicado a tratar de transmitir a los ciudadanos la impresión de que la elección está decidida a su favor y que la ventaja demoscópica que le adjudican, respecto a sus dos adversarios, es ya irreversible. Pero las campañas, en sí, apenas están por comenzar. Ya se irá viendo el fragor de ellas, el tamaño y contundencia de la artillería política y propagandística contra el delantero, y las posibles alianzas o pactos que podrían tejerse en esos tres meses de fuego abierto.

El mismo 29 del mes en curso, cuando el consejo general del INE decidirá sobre las candidaturas de López Obrador, Anaya y Meade, habrá de resolverse la suerte de los aspirantes a una candidatura presidencial independiente. Conforme a lo que se ha visto y sabido, ninguno de los tres finalistas debería obtener esa postulación, pues en todos los casos recurrieron a fórmulas irregulares o abiertamente delictivas para simular que habían obtenido carretadas de firmas de apoyo.

Pero al sistema le conviene, particularmente, mantener en escena a Margarita Zavala, para dividir más el voto panista y seguir desgastando a Ricardo Anaya y para sostener esa voz “ciudadana”, que se autodenomina “la candidata del pueblo”, confrontada con López Obrador. Hasta ayer persistía la versión de que en el consejo general del INE podría darse una benevolencia, proveniente de instrucciones superiores, para aprobar la postulación de Margarita, en un “apenitas” numérico. Los casos de Jaime Rodríguez Calderón, alias el Bronco, y de Armando Ríos Píter parecerían absolutamente indefendibles.

Y, mientras ayer renunciaba al PRI un beltronista de primera línea, el hidalguense Canek Vázquez Góngora (38 años de edad, 24 en el PRI; fue líder juvenil nacional, diputado federal y secretario particular de Manlio Fabio Beltrones cuando este manejaba el Senado), entre versiones de que pasaría a Morena, donde le ofrecerían la candidatura a diputado federal que esta vez el tricolor le negó, ¡hasta el próximo lunes!

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