“Necesitábamos” a Bartlett
Accidentes, no solo aéreos
Alfaro rechaza “coordinadores”
En su ya habitual conferencia de prensa, no banquetera pero sí de escalera, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) evitó entrar en conflicto declarativo con Donald Trump, quien ya reintegró a su metralla tuitera el tema del muro fronterizo que insiste en que México debe pagar. Diálogo, diálogo y más diálogo, dijo el tabasqueño que mantendrá como método ante las posturas del rubio magnate que se enorgullece públicamente de sus fórmulas salvajes de doblegamiento y negociación con sus interlocutores. Amor y paz, ha dicho AMLO que será su bandera blanca frente a DT. Y aseguró que en su agenda no tiene la palabra innombrable: “muro”.
Por lo pronto, el político de los 30 millones de votos no ha logrado apaciguar las pasiones y razones enderezadas contra el nombramiento de Manuel Bartlett como futuro director de la Comisión Federal de Electricidad. Llegó a decir que le es necesario un perfil como el del poblano (cuyo padre fue gobernador de Tabasco) para combatir la corrupción en la CFE. En las redes sociales continuaba el bombardeo contra Bartlett. Manuel de Jesús Clouthier, hijo del desaparecido Maquío, dedicó rudos tuits al tema.
El accidente sucedido ayer en el aeropuerto de Durango a un avión de Aeroméxico es una oportuna llamada de atención a lo que resta de la administración federal peñista, y sobre todo a los funcionarios del gabinete venidero, respecto a los peligrosos problemas que se viven en el ámbito del transporte público, tanto en el plano urbano (metro capitalino, líneas de metrobús,
autobuses, microbuses y camionetas, así como taxis y servicios de particulares a particulares, en especial Uber y Cabify) como en el federal (autobuses en carreteras, vuelos comerciales).
A la acumulación de ira popular expresada en votos el pasado primero de julio, que arrasó a un sistema político y de gobierno, contribuyó de manera marcada la indolencia extrema de los principales funcionarios públicos ante las quejas y denuncias de usuarios maltratados, dañados en su peculio y en muchas ocasiones expuestos a peligros físicos que pueden llegar al terreno de las lesiones y la muerte.
Los mexicanos saben en general (con las excepciones derivadas del poderío económico y político) que la prestación de servicios públicos de transporte transcurre en el virtual abandono, entre una altanera operatividad empresarial sin controles ni sanciones reales y un aparato gubernamental omiso por razones que el público consumidor supone relacionadas con untamiento monetario de manos y cuentas bancarias. El secretario federal de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, es un hombre largamente dedicado a los negocios, intocable aunque se abran mil socavones o se denuncien miles de contratos y concesiones oscuras. Las procuradurías de la supuesta defensa de consumidores, contribuyentes y usuarios de servicios varios, suelen ser dirigidas más en función de las recaudaciones personales de los altos mandos que de un verdadero servicio público.
A reserva de conocer los detalles específicos del accidente aéreo duranguense (producido en un marco meteorológico adverso), que reportó heridos pero no muertos, es necesario elevar la voz de protesta ante las condiciones irregulares en que se prestan todos esos servicios y exigir que las empresas cumplan con sus obligaciones. Una cosa es un accidente, como tal, y otra cosa es la acumulación de incumplimientos e irregularidades que podrían causar muertes numerosas.