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noviembre 22, 2024

Lo que bien se dice... bien se entiende

Aburrimiento, aplanadora emocional

El aburrimiento podría considerarse como una indiferencia hacia la vida, falta de interés hacia lo que me rodea y también puede considerarse como un estado que se alimenta de percepciones que está cargada de emociones o sentimientos de apatía o desinterés, lo que nos hace creer que lo aburrido proviene del exterior, llámese profesor, la pareja, la película, la reu, el ambiente familiar, etc.

El aburrimiento proviene realmente del interior de la persona, de su falta de sentido por la vida, de un vacío existencial, ya que cuando existen estos elementos mencionados previamente, un sujeto puede llegar a un nivel óptimo de ánimo y de perspectiva de la vida y encuentra valor en su contexto y sus percepciones cambian, dejando de culpar al exterior y activar óptimamente desde el interior, las motivaciones que dan sentido a la vida.

El aburrimiento es una discordancia entre lo que siento, pienso y hago o dejo de hacer y esto genera en la vida una aplanadora emocional que arrasa con todas las posibilidades de disfrute y más aún de lograr algo en la vida, dándose por vencido a la primera, sin alcanzar metas u objetivos y conlleva a la impulsividad o incapacidad de inhibir nuestros impulsos y se convierten en personal que requieren constantemente estimulaciones externas y casi siempre tienen un ritmo de vida lento o muy lento.

Ante tal escenario, los expertos en la conducta humana, tales como psicólogos o sociólogos y diversas líneas de investigación del comportamiento humano, coinciden en que el aburrimiento es un estado emocional inactivo por la falta creatividad, quien se aburre está desilusionado (a), nada le importa, lo que cuenta es matar las horas sea como sea y principalmente en la etapa de la adolescencia puede ser muy remarcado este estado.

El antídoto a estas actitudes o estados podría ser la creatividad o la misma libertad, tanto física como mental y la mente de principiante desde el enfoque de la conciencia plena o mindfulness, la cual tiene que ver con observar no para juzgar lo que sucede, sino para aproximarnos con curiosidad; no para descalificar o arrinconar algunas de las experiencias, sino para cultivar una apertura que propicia que todo pueda presentarse. Consiste en dejar de luchar contra lo que aparece, ensanchando el campo de nuestra aceptación; además, este cese de la lucha nos permite dejar de “poner esfuerzo” en que las cosas cambien, sino en convertir una vida aburrida a una con sentido de vida, una interesante, más disfrutable y útil.

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