Hoy más que nunca las manifestaciones en contra de la mal llamada Reforma Educativa serán más intensas y aprovechando las vacaciones, los docentes seguramente tratarán de desquiciar al Ilustrísimo mandamás de éste país y evitar que su Reforma siga avanzando.
La Reforma jamás ha sido en el sentido de una mejora en el sistema educativo sino en las condiciones laborales de cada docente y entonces nos enfrentamos a la problemática de toda la vida: una reinterpretación de sucesos desde la perspectiva donde nos encontremos parados. Para el Ilustrísimo, se deben de seguir al pie de la letra las indicaciones de las Instituciones Financieras Internacionales que apuntalan a México ya que sin ellas él y su gabinete piensa que estamos sin dirección alguna tergiversando nuestra idiosincrasia y forma de ver la vida como cultura ancestral. Para el Ilustrísimo, es necesario llevar a cabo la Reforma Laboral Educativa ya que las reglas de la economía a nivel mundial establecidas desde los ochentas, plantean la necesidad de recortar prestaciones, salarios y permanencia laboral a todo proletariado, asalariado, trabajador, empleado o como guste usted denominarle ¿Para qué? ¿Quién gana en todo esto? Bueno, la idea era que al concentrarse la mayor cantidad de la riqueza en unas cuantas manos, éstas llevaran a cabo cambios tales que entonces esa riqueza empezase a permear hacia abajo llegándoles a todos de una manera más equitativa. ¡Oh craso error! ¿Quién en su sano juicio pensará que cuando un ser humano tiene grandes cantidades de dinero estará dispuesto a compartirlas con sus semejantes? Sencillamente no.
Y la OCDE tiene que opinar que todo marcha sobre ruedas.