La desigualdad de género como factor contribuyente para la propagación del Virus de la Inmunodeficiencia Humana, no solo genera un aumento a tasas de infección por VIH, sino a que las mujeres, adolescentes y niñas de nuestro estado reduzcan su capacidad para hacer frente a la epidemia, pues al carecer de información sobre sus derechos sexuales como del proceso mismo de la infección y la falta de recursos para prevenirse de otras ITS más, las colocan en situación de riesgo y en la posibilidad de que suscite contra ellas una violencia generalizada.
La violencia sexual y las violaciones a sus derechos humanos que en Quintana Roo cada vez más se documentan, acrecientan no solo situarlas a posibles violencias, ya que al no poder negociar el correcto uso del condón cuando sus parejas no quieren utilizarlo, por dinámicas del poder patriarcal durante sus relaciones sexuales, éstas se tornan “desiguales” y con ello hacen sentirlas inseguras y sin poder decidir o manifestar su no deseo a tener sexo. Aquí la urgente necesidad de que se reviertan roles y estereotipos del género que ya no mantengan y coloquen a muchas mujeres en situación de vulnerabilidad.
Desde que aparecieron en México como en Quintana Roo hace más de 30 años el VIH y el SIDA, los Servicios Estatales de Salud como el Censida a nivel nacional, han señalado que existe un dato que nos debe alertar tanto a Sociedad Civil como a los distintos gobiernos a que demos juntos respuestas certeras para evitar que la epidemia pueda llegar a “feminizarse”, ya que al estar documentándose desde hace tres años porcentajes mayores en mujeres y niñas con diagnósticos reactivos, mismos que en los tres últimos años se han acrecentado en Quintana Roo en tasas de prevalencia a nuevas infecciones como en la transmisión vertical. Y pese a que la epidemia hoy se controla con retrovirales, la desigualdad de género está exenta durante la atención médica al implicar en ellas, a que estas poblaciones sufran violencia obstétrica, maltrato psicológico, agresiones verbales tanto por parte del personal médico y de enfermeras, donde por ser mujeres las maltraten, ofendan o humillen al no querer tocarlas durante su consulta y el negarles tratamiento a quienes ya viven con VIH, quienes por vergüenza o por una discriminación social les limita a tener acceso a una prevención secundaria y a mejores estados de salud.
El próximo sábado 25 en todo el mundo habrán acciones que nos recuerden que la violencia contra las mujeres hay que erradicarla, serán pocas las manifestaciones que se lleguen a escuchar en torno a la violencia hacia las mujeres y su rol en los índices de la transmisión del VIH donde el sexo forzado, el abuso sexual en la infancia, la trata de personas o el tráfico sexual que hoy se vinculan a mayor propagación y nuevas cepas, el ser mujer y ser víctima de sexo forzado como al inyectarles droga vía intravenosa o ser sometidas a tratamientos quirúrgicos por médicos no calificados en condiciones antihigiénicas, donde muchas quedan expuestas a otras enfermedades graves por el instrumental contaminado o del suministrarles sangre no analizada o de tener que interrumpirles un embarazo muy pocos hablaran.
Por lo que considero mi estimado lector ante este panorama invisible, que el Congreso de nuestro estado garantice no solo respondiendo a estas violencias sino a garantizar el acceso universal a la información, a la educación como a los servicios de salud sexual reproductiva enfocados al VIH, con leyes basadas en una igualdad sustantiva y de género que garanticen la no violencia hacia todas ellas.
¿Usted que piensa, que piensa más… harán algo nuestros Diputados?