Venezuela, un país que al igual que cualquier otro de América Latina, tiene riquezas naturales propias que le dan su valor ante el mundo, ha sido el punto crítico de la Cumbre de la llamada OEA que se desarrolla en Cancún.
La canciller venezolana Delcy Rodríguez ha tenido que palear los ataques que los países miembros decidieron expresar en esta reunión: democracia abolida y la falta de respeto a los Derechos Humanos que se han suscitado sobre ese país.
Sin embargo, no hay que ver sólo un lado de la moneda, se necesita ser muy sabio, crítico y analítico para saber escapar de las redes de todo medio de comunicación y llegar a las realidades tal y como son. Venezuela ha sido tomada por los pobres de la Tierra. Las familias acomodadas sufren hoy en día por la pérdida de sus beneficios, que en tiempos pasados resultaba para los necesitados ser ofensivo por la falta de equidad y una justa distribución de la riqueza.
Cuando los dueños de los medios de producción controlan, entonces toda población debe sentirse agradecida pues hay fuentes de trabajo, que sin importar la paga, justa o no, les permite llevarse el pan a la mesa; cuando los inversionistas se muestran solidarios al facilitar créditos a la población, para obtener sus productos básicos que les permitan sobrevivir, todo está bien; cuando adquieren una vivienda que pagaran en al menos un cuarto de siglo, no importan los intereses, al final será suya.
Venezuela se rebeló a esta forma de ver la vida y entonces, el caos se desató: ricos incómodos, inversionistas heridos, capitalistas rabiosos, potencias desairadas y entonces…Venezuela está mal. Venezuela debe cambiar ¿Para quién? ¿Por qué?