El referente para todas las desgracias sociales, económicas y políticas, es Venezuela. Y no es para menos; el “chavismo” prolongado en manos de Nicolás Maduro Moro ha resultado un desastre en todos los órdenes contrariando, en primera instancia, la otrora tendencia hacia la democracia en América Latina traicionada por el mesianismo y la proclividad a la perpetuidad en el poder de buena parte de sus reelectos mandatarios.
El caso de Venezuela es el más grave si bien no el único entre los gobiernos en crisis. Buena parte de los venezolanos deben cruzar hacia Colombia para tratar de surtirse de los alimentos necesarios que ya no se encuentran en su país, lo mismo que ropa y otras mercancías. Pero, lo grave, es la tremenda cauda de insatisfactores por la ausencia de ingresos dignos. La oposición tiene mucho que cultivar entre la yerba mala de un socialismo fracasado y, para colmo, cernido a un ejército sin conciencia ni ideología.
Maduro es ya un cadáver para la historia. La sombra de Chávez y la incapacidad de Nicolás han resultado ser una fórmula destructiva y soez. Es, seguro, el peor ejemplo para los demás países de la región y acaso una advertencia para México en donde suelen olvidarse las carencias y los ultrajes con la misma facilidad con la que se come un taco.
Hace algunos años, en Madrid, una estudiante venezolana , me soltó a bocajarro:
–México va a pagar caro el NO haber mirado hacia el sur para integrarse al norte. De proceder distinto contaríamos con un bloque firma para detener el avance de las grandes potencias –Estados Unidos y Canadá, la de las mineras–, y fortificarnos.
Discutimos. Hoy le doy la razón; el punto de no retorno lo tuvimos cuando miguel de la madrid optó por boicotear al “club de deudores” propuesto por el argentino Raúl Alfonsín.