Desde hace meses que suenan legítimas voces al interior del PRI, militantes que hacen valer su presencia y dan a conocer sus puntos de vista que podrán o no concordar con la actual dirigencia estatal.
Pero cuando se trata de oportunistas, de pescadores que sólo esperan el río revuelto para sacar ganancia y mueven el avispero con declaraciones y cartas mediáticas, sin mover nunca un sólo dedo a favor del PRI, es cuando la situación se torna repudiable.
Hay algunos de estos personajes que presentan falsos argumentos de recuperarlo, cuando han sido ellos los que lo traicionaron movilizando a su gente contra el PRI, luego de amagar con salirse para conseguir jugosos negocios y actos de corrupción.
Son ellos de nuevo se presentan con todo el cinismo y con alarde de perversidad buscan el choque al interior para poder pactar sus fechorías y hasta próximas candidaturas, en un hecho ya tan evidente que la mayoría de la militancia priista se ha percatado y los repudia.
Estos personajes que se dicen priistas, no tienen calidad moral.
Hay quienes aun así se pronuncian por brindarles un espacio si de verdad muestran interés y trabajo, si aportan al partido construyendo con respeto, sin descalificación ni choque, sin columnas ni desgaste.
Pero esta gente no cambia, y ellos, en su mayoría, ya están cebados, ya comieron carne, y bien dicen que gallina que come huevo, ni aunque le quemen el pico. Están acostumbrados a la buena vida a través del erario, y es lo que pretenden, seguir pegados a la ubre.
Si el PRI abre las puertas a los traidores, sin dejar de privilegiar el diálogo y la inclusión, tropezará una y otra vez con la misma piedra con la que tropezó el año pasado. El partido necesita gente propositiva, no destructiva ni oportunista.