Superados los 11 meses de gestión, es de reconocer al gobernador Carlos Joaquín éxitos y fracasos. Sus progresos en pro de la transparencia y lucha contra la corrupción son importantes para Quintana Roo y los quintanarroenses. Esto mueve a que se mantenga ciertas esperanzas de cambios en la manera de hacer política.
Aunque los nubarrones siempre están porque, la corrupción es un problema estructural de cualquier gobierno y, una sola suspicacia o sospecha puede dar por tierra con el gran esfuerzo, – me consta-, que el gobernador realiza con un equipo de funcionarios que en algunos casos no ayuda a sus planes.
Entre los eficientes podemos reconocer al secretario de Finanzas y Planeación, Juan Melquíades Vergara, que ha cumplido su papel de administrador contra viento y marea.
También el secretario de Gobierno Francisco López Mena, un político a la antigua, que sabe de lealtades y, que, pese a no haber logrado éxitos resonantes de gestión, se debe reconocer que, es el fiel de la balanza en un gabinete deliberativo. López Mena, lleva calma y mesura con sus acciones ante algunos díscolos que acompañan al gobernador desde sus épocas de alcalde de Solidaridad y, que son un lastre, fundamentalmente en el área de Comunicación Social.
Miguel Ramón Martín, jefe de la Oficina del Gobernador es otro incondicional que le imprime juego a la política territorial del joaquinismo. Su punto negativo es, el amasiato político con la dupla Ricalde Magaña, que, acaba de ser señalada por el presidente del Partido Encuentro Social (PES), Gregorio Sánchez Martínez en entrevista radial que. estos, con cargos relevantes en la actual administración fueron de los autores ideológicos de su arresto y prisión cuando se desempeñaba como alcalde de Cancún en 2010.
Los del llano, esos que padecemos día tras día la impotencia en la lucha contra la inseguridad somos los que más la sufrimos. Reconocemos un cambio, en las prácticas políticas, pero sólo con esto no nos alcanza. Entendemos que el desarrollo y el crecimiento a largo plazo hay que construirlo en el marco de la transparencia y la legalidad, tanto por los de arriba como de abajo.
La mala comunicación del gobierno es manifiesta. Desde mi punto de vista quienes acompañan al gobernador en el aspecto comunicacional, mal utilizan la revolución total en la política que son las redes sociales, lo que se puede corroborar por el bajo impacto y los mensajes negativos que recibe el gobernador y su gestión.
Con diplomacia, pero con autoridad
Su Primer Informe será de los más reconocidos. Con un presupuesto acotado, pero con mucha imaginación el edil isleño y su equipo de gobierno ha sabido llevar a delante una administración que supera las expectativas. Político experto en la negociación ha sabido mantener un buen nivel de comunicación con autoridades federales, estatales y colegas municipales.
