ISABEL RODRÍGUEZ
Nuestra armadura
Cancún, una bella ciudad sin duda,
con todo y sus problemas: pequeña,
con plazas comerciales
suficientes, con posibilidades de
adquirir vehículos particulares, con hartas
tiendas de ropa, zapatos, artículos electrodomésticos,
de oficina y más.
Una ciudad que emana competitividad
entre sus habitantes; todos deseamos vivir
a la altura de lo que representa un polo
turístico de primer mundo como el nuestro,
buscamos tener lo que deberíamos tener
por el simple hecho de vivir en Cancún y
exactamente en eso nos equivocamos pues
buscamos más bien, proveernos de una excelente
armadura que de una apariencia de alta
autoestima, de poder y tranquilidad y eso
mismo se refleja en los procesos electorales.
¡Hay que derrochar! Para eso hay.
Es increíble la cantidad de plata que se desperdicia
por ganar el voto que no debería de
ser difícil de lograr, ya que nuestra población
no es competitiva en demandas y exigencias a
los candidatos, fácil entonces es engatusarlos
y garantizarse así el triunfo, pero no. La verdad
es que se necesita justificar una inversión millonaria
que obviamente tiene una armadura de
“negocios” a través de los cuáles es posible sacarle
jugo y obtener ganancias jugosas. Por eso
no podemos hablar descaradamente de robo
ya que todo es negocios legales que permiten
ganar a los amigos, parientes y cercanos dinero
de forma “fácil”. ¡Qué viva la democracia!
