ARMANDO TIBURCIO
La Serie del Caribe necesita un salvavidas
(Tercera y última parte)
Contrario a lo que se esperaba, la inclusión de Cuba no significó el relanzamiento de la Serie del Caribe sino que fue el catalizador para precipitar su crisis. Los amateurs de la isla son tan buenos como los mejores profesionales de cualquier parte, se decía en referencia ciega a otros tiempos mejores. Falló el cálculo de los promotores y la realidad ha sido distinta: el beisbol nacional cubano se encuentra en su propia deriva, lo cual se evidencia en cada evento internacional que participa. Abona en ese declive la masiva fuga de talentos: 220 jugadores se han ido a buscar suerte al extranjero en los dos últimos años.
Involuntaria e irónicamente la puntilla la habría dado la propia Serie del Caribe, realizada hace unos días en República Dominicana, no por el mal resultado deportivo sino por la repentina desaparición, al terminar el cotejo, del niño mimado de Cuba: Yuliesky Gourruel “el mejor pelotero cubano, libra por libra”.
El gobierno cubano ha reaccionado como en los peores tiempos de la Guerra Fría responsabilizando a los ‘mercaderes’ del beisbol profesional, raspando a la desorganizada Serie del Caribe.
Mejor le iría a la Confederación de Beisbol Profesional del Caribe si deja de buscar atajos inútiles, empezando por la renovar a su esclerotizanda directiva.