Y continuando con los taxis, no olvidemos las preferencias de muchos choferes por cierta clase de clientes, evadiéndose en las horas del “cambio”; y sin querer echar más leña al fuego, nunca hacen uso de su tarifario, su pregunta cuando baja el pasajero es: “¿Cuánto le cobran?” provocando el titubeo y así aprovecharse de forma deshonesta, o de plano te dejan ir la tarifa que ellos consideran. Además, se las dan de colectivos, ensartando a cuanta persona les levanta la mano.
El sindicato, ha pasado de ser un órgano de excelencia a uno de interés por cobrar las cuotas y enriquecerse, sin exigir nada de las unidades.
Hoy el Sindicato pelea y grita enardecido contra la competencia llamada UBER, pero quienes lo fomentan son aquéllos que si tienen taxis a la altura y que por mala ventura llevan a cabo su labor en Zona Hotelera o en ciertos Hospitales de cuantía renombrada; a esos taxistas no les interesa trabajar para el pueblo ya que les perjudican sus unidades: las apestan, las maltratan y se las marchitan y por ello UBER si es su competencia. Para los que dan servicio al pueblo, tal vez vean mermado el pasaje en la clase media, que preferirá pagar un poco más por un servicio de calidad.
Así que, los “taxi-bacinica”, que no se preocupen por UBER ya que no les afectara pues el pueblo en general no pagara una tarifa más elevada, garantizándoles así su subsistencia.
Lo que si habría que exigir, es que el Sindicato cumpla con su función y saque de circulación tanta unidad en mal estado que no sólo contamina sino que trata al pasaje mal y le ofrece servicio de país tercermundista viviendo en un maravillosos polo turístico. ¿No cree?
