La relación dialéctica entre el sector público y privado resulta imperativa en la implementación de políticas públicas enfocadas al fomento y diversificación económica. “Tanto Mercado como sea posible, tanto Estado como sea necesario”, diría Konrad Adenauer.
Existen regiones en el mundo que por sus condiciones geográficas, políticas o sociales potencian los bienes y servicios producidos en reducidos sectores económicos. Este hecho, sin lugar a duda, otorga ventajas competitivas como la especialización.
Sin embargo, también pueden sentenciar a esas economías a depender de factores como clima y temporalidad. Es aquí, donde el Estado debe intervenir en la detección de ventanas de oportunidad y políticas públicas que aminoren el impacto de los factores antes mencionados.
El Estado no puede hacer la tarea solo. Debe, en todo momento, voltear hacia el sector privado, hacia los empresarios, para el diseño e implementación de políticas integrales que de manera estructurada empiecen abrir otros mercados económicos.
Quintana Roo, un estado fuertemente anclado a la economía turística está dando pasos agigantados hacia su diversificación económica. El crecimiento de otros sectores como el inmobiliario es innegable, teniendo ciudades como Playa del Carmen que ocupó el 7º lugar nacional en la venta de unidades nuevas de vivienda según datos de la Comisión Nacional de Vivienda para 2018.
Las grandes empresas tecnológicas empiezan a voltear hacia Quintana Roo y el sector inmobiliario nacional e internacional está migrando hacia la construcción de ciudades inteligentes. Esto es resultado de una política pública acertado, de acercamiento e inclusión del sector empresarial.