Sin propuesta alguna para salvar el barco semi-hundido, los cobardes que mantuvieron el silencio durante casi 18 años, hoy quieren voz para exigir la inmediata salida de Raymundo King, como presidente estatal del PRI y la elección inmediata de un nuevo dirigente.
Ex gobernadores, diputados y ex alcaldes se reunieron en Felipe Carrillo Puerto para grillar a King, como si éste tuviera la culpa del rotundo fracaso del partido.
¿Pero por qué no dicen la verdad de lo que está ocurriendo en el PRI? ¿Por qué no aprovechan su propia tribuna para acusar directamente a Enrique Peña Nieto y a su triste gobierno de lo que sucede en el país y, por ende, del hartazgo ciudadano? ¿Por qué no señalaron en su momento a los tres últimos gobernadores por el abandono al partido, por su falta de cuadros, por el nulo apoyo a las bases, a los liderazgos? Por miedo.
¿En verdad creen que el PRI perdió por culpa de Raymundo King?
Todos ellos son más culpables que el hoy dirigente, por su silencio cómplice, por conformarse con las migajas durante 18 años.
Para ellos, el PRI es un botín que pretenden exprimir aunque sea de aquí al 2018, cuando seguramente desaparecerá, por más que intenten reinventarlo, porque el repudio generalizado a Peña Nieto, a Javier Duarte, a Roberto Borge, es irreversible.
Y otra vez sin estrategia, los ahí reunidos tienen la firme encomienda de derrumbar a Raymundo King, sólo porque sí, por sus intereses, pero sin la convicción de salvar al Titanic.
Ah pero eso sí, si Chanito Toledo hubiera sido el candidato y hubiera ganado (cosa que sería casi imposible), hoy Raymundo King sería su brazo derecho y muy probablemente el secretario de Gobierno.
Como no fue así, surge el resentimiento y viene la revancha.