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noviembre 27, 2024

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Salinas Occelli, Le Barón, Gilberto Lozano

La filosofía de Nxivm (pronúnciese néxium), la secta de élite denunciada en un reportaje de The New York Times por prácticas de dominación de mujeres, como el marcaje de sus cuerpos, ha sido cercana al activismo cívico y político en México a través del chihuahuense Julián Le Barón y del fundador y líder del Congreso Nacional Ciudadano, Gilberto Lozano. El primero, incluso fue uno de los principales impulsores del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, encabezado por el poeta Javier Sicilia.
Le Barón, movido al activismo en defensa de los derechos humanos luego que la violencia criminal ejecutó a uno de sus familiares, se convirtió a la filosofía de Nxivm, el grupo con sede en Albany, en Estados Unidos, y ha sostenido una pública relación de cercanía con Carlos Emiliano Salinas Occelli, el representante en México de dicha doctrina y empresa. Le Barón fue pieza importante en el tejido y definición del movimiento encabezado por Sicilia (incluyendo la promoción del voto nulo) y ahora ha participado en actividades junto al citado Gilberto Lozano, quien se afana en busca de ser reconocido como un líder genuino y no como una extraña creación de oportunidad.
Así, en una serie de raras triangulaciones, tentado a veces de abandonar el segundo plano y plantarse abiertamente como activista social y político (no solo a través de su organización con nombre tomado del saludo entre mayas: In Lak’ech, “yo soy otro tú”, a lo que se contesta Hala ken, “tú eres otro yo”), Carlos Emiliano Salinas Occelli ha estado presente y ha influido en movimientos cívicos y políticos.
El asunto de Nxivm, el reportaje de The New York Times sobre los métodos de control de ese grupo (que incluyen marcas a las mujeres en las caderas, mediante dispositivos de cauterización) y el activismo de Salinas Occelli tienen impactos políticos como los mencionados en párrafos anteriores. También, por ejemplo, puede verse que entre los asistentes en 2007 a la inauguración, en las Lomas de Chapultepec de la Ciudad de México, de un Centro ESP, estuvieron familiares de Carlos Emiliano, así como Alejandro Betancourt y Nancy Salzman (miembros del estado mayor de Nxvium) y Miguel de la Madrid hijo y Alfredo del Mazo Maza, ahora gobernador del Estado de México, según lo publicado por Alberto Tavira en su libro “Los Salinas: retratos de Los cachorros del poder”: https://goo.gl/vnMvdu (por cierto las siglas ESP, antes mencionadas, corresponden a los Executive Success Programs, o Programas de Éxito Ejecutivo, diseñados por el “gurú” Keith Reniere, fundador de Nxivm, para potenciar las capacidades de empresarios globales y líderes del mundo).
Con ayuda de esas técnicas avanzadas de barullos modernizados podría avistarse que con el nombramiento de Eruviel Ávila como delegado especial y presidente provisional del Partido Revolucionario Institucional en la Ciudad de México se formaliza la traslación, a la estratégica capital del país, del modelo de fraude electoral aplicado en el Estado de México este año.
Recién ha dejado Ávila el Palacio de Gobierno con sede en Toluca y ya ha sido habilitado como jefe máximo del PRI capitalino que, hasta este martes, presidía Mariana Moguel Robles, diputada ante la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México e hija de la secretaria federal de desarrollo agrario, territorial y urbano, Rosario Robles Berlanga. Moguel Robles se despidió del cargo por escrito, arguyendo que lo hacía “motivada por distintos actos que contrarían el quehacer político de manera democrática, respetuosa e incluyente…”. No explicó cuáles serían dichos actos, que a algunos parecieron un indicio de un nuevo fortalecimiento del grupo del polémico y muy impugnado Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, quien días atrás había advertido que podría dejar el partido tricolor si los mandos “nos olvidan”. Ayer, la misma Moguel Robles ya brincaba de gusto por la designación de Ávila como relevo con sello de origen desde Los Pinos.
La nueva encomienda ancla a Eruviel Ávila a la política capitalina cuando menos hasta después de las elecciones de 2018 y lo desmonta de la posibilidad de ser candidato presidencial, lo cual estaba a la vista desde que el golfista de helicóptero, Emilio Gamboa Patrón, acotó a cuatro nombres las probabilidades de esa postulación, pinolero encargo de exclusiones que claramente dejó fuera al ex gobernador mexiquense.
La designación de un peso pesado (el eje operativo del descarado y mafioso fraude electoral en el Estado de México, contra Delfina Gómez y Morena) tiene un significado evidente: el PRI, es decir, Los Pinos, pondrá en práctica lo más selecto y exitoso de su arsenal sucio para tratar de conseguir una votación competitiva en la capital del país, acaso con otra candidatura presuntamente fuerte, por ejemplo el ex rector de la UNAM, José Narro. O, en el peor de los casos, tratará de vigorizar su estructura electoral para inclinarla, en determinado caso, en favor de alguna carta que fuera más viable e igualmente adversa a Claudia Sheinbaum (si su candidatura se sostiene) y Morena.
Un beneficiario de ese pragmatismo priista por venir podría ser Ricardo Monreal (aunque Ávila ha dicho, de entrada, que va contra Morena y el Frente Ciudadano por México), quien está a la caza del mejor momento para reactivar su búsqueda de la candidatura del citado frente, que forman PAN, PRD y MC, con una Alejandra Barrales cada vez más debilitada por sus escándalos inmobiliarios y su rala capacidad de reacción creíble ante esos señalamientos (Barrales, por cierto, debe dejar la presidencia nacional del PRD en diciembre, pero las corrientes dominantes de ese partido no encuentran aún a alguien que dé continuidad al desfile de personajes por ese cargo que, en tres años, han ocupado Carlos Navarrete, Agustín Basave, Beatriz Mojica y la propia Barrales).
Y, mientras se cumple un mes del segundo terremoto en la Ciudad de México en un 19 de septiembre, ¡hasta mañana!

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