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noviembre 26, 2024

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Ricalde no obedece

De poco o nada van a servir los reiterados llamados de Carlos Joaquín a la reconciliación política y social de Quintana Roo, mientras persistan las maliciosas intrigas al interior de su equipo de trabajo

De poco o nada van a servir los reiterados llamados de Carlos Joaquín a la reconciliación política y social de Quintana Roo, mientras persistan las maliciosas intrigas al interior de su equipo de trabajo, donde ciertos personajes de turbio pasado están más preocupados en cobrar revanchas y tender el camino hacia futuros proyectos personales, que en atender la superior convocatoria y realizar su trabajo por el bien común.

Una y otra vez, el gobernador ha insistido en que el proceso electoral ya terminó, que la lucha quedó atrás y que a partir de su asunción al poder se establecía el compromiso de gobernar para todos, tejiendo relaciones institucionales con las también nuevas autoridades municipales sin distingos partidistas y en pleno respeto a la autonomía que les rige.

Ayer, el recién nombrado dirigente estatal del PRD, Jorge Aguilar Osorio y el del PAN, Eduardo Pacho Gallegos, cuestionaron el clima de inseguridad que priva en Cancún a raíz de la oleada de violencia que ha escalado en las últimas semanas e hicieron un recuento de los hechos delictivos y lanzaron un SOS a la Federación para que “preste ayuda al municipio”, como si dieran por hecho que aquí no se está haciendo nada.

Si bien lo que ambos dirigentes plantearon es una realidad insoslayable de lo que se está viviendo en el destino, y por supuesto que urge su atención, resulta extraño que enarbolen la misma causa en una acción conjunta, en lo que parece ser una extensión de la alianza electoral que llevó al triunfo a Carlos Joaquín, trasladada a los acuerdos y decisiones internas que competen a cada partido.

Igualmente, resulta raro que Aguilar Osorio empiece su trabajo no recomponiendo las maltrechas condiciones en que le dejaron el partido, ni fortaleciendo su padrón de militantes, ni reposicionándolo en los municipios, sino enfocando sus primeras baterías en un municipio sobre el que, sabemos, tiene centrada su atención y frustraciones la mano que le mece la cuna: Julián Ricalde.

El ex alcalde perredista, hoy funcionario del gabinete joaquinista en la Secretaría de Desarrollo Social e Indígena, tiene razones de sobra para quererle mover el tapete al recién estrenado gobierno de Remberto Estrada, pues fue éste quien le ganó la Presidencia Municipal de Benito Juárez, a la que aspiraba montarse por segunda ocasión. Aunque pierde de vista que los que votaron por el candidato verde fueron los mismos que a él lo rechazaron, quizá debido –¿será que no lo entiende?– a los cuestionables antecedentes que dejó a su paso tres años atrás.

Ricalde está limitado oficialmente a encabezar una cruzada abiertamente, pero parece que encontró una opción a través de Jorge Aguilar, el nuevo líder del PRD. Y lamentablemente éste le está siguiendo el juego, habiendo otras tantas acciones que ejercer para coadyuvar a la gobernabilidad que pretende Carlos Joaquín y al tejido de las buenas relaciones con los municipios, que son dignas de mejor causa.

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