Habitantes de una colonia irregular en Cancún denunciaron que la Comisión Federal de Electricidad les suspendió la energía eléctrica a 300 familias después de que se negaron a entregar copias de sus credenciales de elector al líder seccional del PRI, Lucio Mondragón de la Cruz, quien había gestionado un “convenio por excepción” con la CFE para que esas viviendas -de palos y láminas de cartón- fueran conectadas al tablero de una sola red, sin medidores ni contratos individuales.
Con las copias de esas credenciales los líderes del PRI anticipan el conteo de los votos que debería obtener su partido en cada colonia. Todos sabemos que los que votan mayoritariamente en Quintana Roo son los más pobres. En la ignorancia y la pobreza responden al que les surte –con dinero público- la despensa, atención médica y servicios que el gobierno nos debe, por obligación, garantizar.
Esta población es la que determina el triunfo en las urnas. Por eso, el fraude electoral se comete antes de que el ciudadano llegue a las urnas, y quienes lo fraguan están segurísimos de su éxito porque, precisamente, los que se niegan a vender su voto y las clases más favorecidas eligen, una tras otra elección, no acudir a votar.
Si la población marginada se niega a cumplir con la “cuota electoral” –como sucedió en este caso– el partido que basa su triunfo en estas estructuras y capitaliza la pobreza e ignorancia, les retira cualquier apoyo.
