Categorías: Sin Categoría

Qué pena (parte I de II)

Es cierto que se hace necesario en toda sociedad tener un registro de los vehículos, ya por cuestiones de control, seguridad y como parte de la administración de toda ciudad para el cobro de un impuesto en beneficio de la ciudad.
Hay países donde se mantiene una misma placa (patente) para un auto, desde que éste sale de la fábrica hasta que termina su vida útil en algún deshuesadero; las ventajas de hacerlo son muchas, ya que se tiene un solo número que identificará a ese vehículo de forma particular; se tiene un registro tan fidedigno que no hace falta buscar antecedentes de diferentes números de placas sobre el mismo vehículo. Lo que se va generando entonces es un historial del coche a través del tiempo, donde aparecerán sus diversos dueños e implicaciones viales a lo largo de su historia.
Otra de las ventajas es que no se hace necesario cambiar la placa en sí, lo cual lleva a que el gobierno no tenga que invertir en la manufactura de nuevos estilos, diseños y números; para el caso de nuestra placa actual, resulta una pena tener que desprenderse de ella, el diseño del tiburón ballena seguramente tuvo un costo elevado así como el uso de las tintas para darle ese color turquesa como nuestro mar; realmente es una placa que valía la pena conservar pero como todo en éste país y muchos otros más, el negocio siempre está a la orden del día, siempre alguien del gobierno tiene que llevarse una ganancia al tener que contratar a quien haga las nuevas placas y para vergüenza, las nuevas son tan…expresivas de nuestro momento actual: frías, feas, sin chiste, sin colores, sin nada.
¿Se ha percatado usted de ello? ¿Se quedaría con las antiguas?

Publicado por
Redacción Quintana Roo