Estamos a escasos días de que concluya la administración estatal del Roberto Borge Angulo y aún hay muchos pendientes que deberán ser atacados de manera frontal por el gobierno de Carlos Joaquin González siendo el tema de la seguridad publica uno de los que más demanda la población. La ciudadanía quiere una policía efectiva contra el delito, blindada frente a la corrupción y respetuosa de los derechos civiles. La diferencia radica en que mientras en otras latitudes el sendero entre la realidad y la fantasía se mide en metros, aquí hablamos de kilómetros. No podemos catalogar en general a todos los policías pero si la mayoría no son nada confiables, pero sobre todo les hace falta profesionalizar el servicio que por obligación tiene que brindar a la población que ya está cansada, fastidia y decepcionada de los temas de seguridad, específicamente a lo que se refiere a la prevención.
No es infrecuente escuchar o leer que la seguridad pública no depende sólo de la policía, lo que sin duda es cierto, pero es innegable que sin buenas policías no podremos aspirar a un aceptable grado de seguridad pública. Todos coincidimos en la urgente necesidad de profesionalizar y depurar a las policías del país, pero se omite señalar exactamente qué pasos hay que dar a fin de lograr un objetivo tan importante para la convivencia civilizada y la vigencia efectiva del Estado de Derecho. Creo que es necesario que todas las entidades del país apliquen una genuina carrera de formación policial, con duración de varios semestres y exigencias similares a las de una carrera de educación superior. La finalidad es conseguir policías físicamente bien preparados, y capacitados en los temas jurídicos, informáticos, tecnológicos, criminológicos y operativos indispensables para una actuación policial eficiente. Los policías en activo han de seguir capacitándose constante y permanentemente.
