Predestape o engañifa
Morena, Gómez y el Pacto
SRE: “ahorros” 2018
El próximo sábado se realizará la plenaria de la 22 asamblea nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), cuyo objetivo parece ya encarrilado: la eliminación de “candados” estatutarios que hasta ahora impiden la participación abierta, en candidaturas, de simpatizantes o personajes “externos”. De aprobarse lo que a estas alturas se considera “planchado”, el mensaje de esa asamblea de burocratismo partidista será que el actual secretario de hacienda, José Antonio Meade (pronúnciese “mid”) Kuribreña (quien no tiene militancia en ningún partido), podría ser el abanderado presidencial del PRI.
Aún cuando no provocan conmoción social ni la citada asamblea ni su presunto beneficiario inmediato, el desenlace tendrá importancia porque prefigurará el tipo de apuesta que estará dispuesto a lanzar el actual ocupante de Los Pinos, cuyo demérito en el ejercicio del poder le ha llevado a la peor estima pública hasta ahora registrada para ese tipo de cargos.
Enrique Peña Nieto solo podrá transferir al próximo candidato presidencial priista el portafolio oscuro de inversiones de dinero público y privado y de manipulación de instituciones, al estilo del Estado de México con el PRImazo Alfredo del Mazo Maza, y deberá evitar hasta donde le sea posible que ese abanderado priista sea contaminado mortalmente por la imagen del propio Peña Nieto y del partido de tres colores.
En esa estrategia de necesario alejamiento, de distanciamiento por motivos de salud, encaja la posibilidad electoral de Meade Kuribreña, quien, como funcionario, ha estado al servicio de los gobiernos de Vicente Fox y de Felipe Calderón, al igual que ahora con Peña Nieto. Es, con su expediente récord de carteras de gabinete ocupadas, el más panista o el menos priista (sin ser militante de ningún partido) de los posibles candidatos que puede presentar el PRI, según el cristal que se escoja para mirar el asunto. Ideal para posibilitar los acuerdos cupulares que pretenden mantener el poder a través de uno u otro partido, el PAN o el PRI.
Y, sin embargo, aprobados que sean los cambios en los estatutos del Revolucionario Institucional, y abierto el camino para que Meade sea proclamado candidato (en Hacienda aseguran que el actual director de Pemex, José Antonio González Anaya, concuño de Carlos Salinas de Gortari, está en abierta preparación para entrar al relevo), el gran dedo elector podría extender el suspenso e incluso, en esos giros extraños que pueden darse cuando la decisión depende de una voluntad afectada por la inminente pérdida del poder, cambiar de sentido y haber aprovechado el fantasma Meade como medida distractora.
Una de las corrientes internas del Partido de la Revolución Democrática (PRD), denominada Patria Digna, ha decidido dar un paso que le coloca virtualmente fuera de esa organización, al anunciar que apoyará a Andrés Manuel López Obrador. No es ni ha sido una corriente influyente o decisiva en el sol azteca, y su reducida membresía aportará al virtual candidato presidencial de Morena más ruido que nueces.
Ese ruido mediático se centra hoy no en el directivo de dicha corriente de opinión, Carlos Sotelo, sino en las figuras de Leonel Godoy, quien fue presidente nacional del PRD y gobernador de Michoacán, cuadro siempre cercano a Cuauhtémoc Cárdenas, y de Pablo Gómez, también exdirigente nacional del PRD, quien ha desarrollado una larga carrera como legislador federal y ha sido representante ante el Instituto Federal Electoral, siempre un vigoroso polemista.
En particular, el apoyo de Pablo Gómez trae a colación el papel jugado desde el PRD en apoyo al Pacto por México, factor específico que fue planteado por López Obrador como causa inevitable de ruptura con el sol azteca. Gómez fue miembro del consejo rector de ese pacto (hecho enaltecido por la propia corriente que ahora se distancia del PRD, aunque en esa fecha se denominaba Democracia Social), cuyos términos ha defendido en lo general, a diferencia del morenismo que los considera una suerte de traición a la Patria.
El dos de julio de 2015, Gómez publicó lo siguiente en el portal de Aristegui Noticias: “Sí, el Pacto por México contribuyó al desprestigio del PRD pero principalmente debido a la torpeza de la dirección de ese partido en la forma en que fue firmado y por la falta absoluta de discusión previa e, incluso, de debate posterior.
Si alguien tiene necesidad de apegar sus razonamientos a los hechos concretos, podría leer el Pacto y comprobar que esas reformas ahí enunciadas, en su mayoría, siguen siendo necesarias y forman parte de las propuestas progresistas del país. Ojalá se lograran ahora o mañana bajo el gobierno que fuera. Sigue habiendo en la izquierda, en efecto, un conflicto con la democracia a pesar de los años y la experiencia” (https://goo.gl/K2y8Qh).
Golpe de fin de sexenio al personal del Servicio Exterior Mexicano: conforme al oficio OMR/03192, firmado por María Fernanda Casanueva, oficial mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores, “el otorgamiento de recursos relativos a gastos de instalación, con motivo de cambios de adscripción, se otorgará de conformidad con la percepción del rango correspondiente que resulte de menor importe, ya sea de la representación de origen o de la representación de destino”.
El cónsul en Idaho, Celso H. Delgado (quien fue gobernador de Nayarit), además de recordar a la SRE que “esa cancillería ya tenía contemplado dicho rubro en su presupuesto”, recuerda que la intención de ajustar a la baja los gastos de traslado “pudiese contradecir la acción de que en conflicto de leyes se buscará siempre lo que mejor convenga al trabajador”, conforme a la vigente ley federal del trabajo.
Por su parte, el embajador Enrique A. Romero, jubilado luego de 41 años de servicio, comentó en Twitter: “Mal por la SRE. Si van de Honduras a Inglaterra no les alcanzará para mucho”. Otros comentarios se centraron en la sospecha de que el secretario Videgaray trata de hacer ahorros para usos electorales en 2018.
Y, mientras Los Pinos escribe: “al 2018 rogando, y con Del Mazo dando”, ¡hasta mañana!