Sería tan fácil privilegiar a los lugareños. Obligar a los taxistas a tarifas accesibles, a ser amables, a tener sus vehículos limpios, a conocer las calles de Cancún.
En lugar de ello, se debe padecer un servicio pésimo en extremo y muy caro.
¿Por qué? Porque a los gobiernos en turno les interesa tener contentos a los taxistas.
Supongo que doblemente de cara a las elecciones.
Somos muchos, en Cancún, sobre todo, quienes debemos pagar por intereses que nos son totalmente ajenos. A esto habrá que agregar la violencia que ha generado la entrada del servicio Uber que pese a que, se nos dice, no es legal sigue operando.
La confrontación de la semana pasada, que terminó con la trágica muerte de un taxista, comenzó porque los taxistas se sienten con derecho a golpear a cualquiera que, presuntamente, sea chofer de este servicio. De tal forma, con tanta saña, que son los taxistas quienes deberían estar en la cárcel, no se puede golpear y amenazar, agredir a una persona impunemente. Menos cuando son varios contra uno, esto conforma un delito.
Y la gente local quiere que exista una alternativa para transportarse, lo que es una realidad que no debería ignorarse por la “relación” con el gremio. De eso trata cambiar.
Y éste tiene que ser, como se comprometió, un gobierno del cambio, incluyendo a los taxistas.
Bastaría con hacer operativos, yo los hice y me pararon de inmediato, para revisar los taxis, comprobar si traen droga en su vehículo, checar los papeles de conducir y de la unidad. Con hacerle pruebas a los choferes contra el consumo de droga, bastaría con la decisión política para cambiar la realidad de los taxistas que son, en mayoría, distribuidores de droga a los turistas.
Si usted lo duda pídale droga, mariguana, cocaína a cualquier taxista -vestido como turista- y verá cuánta droga puede tener de inmediato.
¿Por qué ésta debe ser nuestra realidad?
Ahora resulta que el chofer del Uber y, supongo, la familia del taxista que fue atropellado por un camión, según consta en los videos que circulan en redes sociales, deben llegar a un “acuerdo”.
No sería mejor que todos, mucho más el porcentaje de este todos que votaron por el cambio, llegásemos a un “acuerdo” para que los taxistas narcomenudistas vayan a la cárcel, para que haya una tarifa para locales, para que los vehículos estén limpios, para que los taxistas sean educados… para que conozcan las calles donde vivimos.
Se trata de que todos seamos, verdaderamente, iguales antes las leyes, que todos gocemos del privilegio del consentimiento oficial, o sea que a los usuarios nos traten como hoy tratan oficialmente, a los taxistas.
No más, no menos.
