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noviembre 23, 2024

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Políticos de plásticos: gobiernos descartables

Lo fundamental, sin embargo, es más simple: el Gobierno sobrevive y da batalla; gana y pierde, pero sigue en pie. La opinión pública es una mesa examinadora, donde muchos opinan en público, – me suscribo-, y, por otro lado, está “la gente”, un sujeto indefinido, que supuestamente habla a través de las encuestas.

Los encuestadores creen tener un dato duro sobre sus opiniones. Las preguntas pueden ser más o menos afinadas y sutiles, pero las respuestas se agrupan de un modo bastante repetido: hay algo así como un 20 por ciento de positivos, un 20 de negativos y un 60 en el medio.

Con el mismo rigor, puede decirse que el 80 por ciento está más o menos satisfecho o, mejor, más o menos insatisfecho. Una encuesta no es una respuesta, sino el comienzo de un combate por darles sentido a cifras grises y opacas.

Los balances de personas calificadas suelen tener el mismo problema que las encuestas. En ambos casos, lo decisivo es el punto de vista. Por eso comienzo explicitando el mío, alguien que votó por Carlos Joaquín con la esperanza de que las cosas fueran muy bien y a la vez con la convicción de que iba a ser muy difícil y de que, en el mejor de los casos, los resultados serían magros.

Mi bajo nivel de expectativas inicia en una interpretación del pasado. Los últimos 5 años fueron negativos para Quintana Roo, excepto en materia turística y de inversiones que nadie puede negar. Pero, a la vez, la anterior administración empalmó con el proceso decadente y de fuerte opacidad de Félix González Canto, quien aún hoy, sigue teniendo un fuerte predicamento y poder hasta el grado de lograr que se nombre a uno de los responsables de la crisis financiera que sobrelleva Quintana Roo y, su “gerente” favorito como delegado federal de la Sedatu.

Los problemas están imbricados de tal modo que cualquier modificación agudiza la tensión del conjunto y, el Gobierno de Carlos Joaquín debe enfrentarlos con una herramienta –el Estado–que ya arrastraba un deterioro por demás notorio , que en los últimos años fue demolido de modo sistemático por una mala gestión y una gran corrupción.

El actual gobernador tiene sólo una porción reducida del poder, por lo que debe negociar con distintos grupos de poder. Su trabajo inmediato consiste en que una gruesa factura pendiente sea pagada. Cada una de estas aguerridas corporaciones está decidida a no ser la que cargue con ella.

Para sobrevivir a este fuego cruzado y avanzar en lo que pueda elige un “camino intermedio”. No hay una teoría previa, sino que es el resultado de una práctica, con ensayo y error.

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