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noviembre 27, 2024

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Peña ya siente frío

Enrique Peña Nieto dio indicios ayer de que ha entrado en la cuenta regresiva de la pérdida del poder político (no del poder formal, que entregará el 1 de diciembre del año próximo, pero sí del poder político práctico, que comenzará a abandonarlo en cuanto ejecute la suerte suprema del sistema priista: el dedazo destapador).
Adelantándose a las críticas en contra de su pésima administración, que ayer mismo comenzó a recibir de manera más abierta, a pesar de estar en un ambiente controlado (en un foro denominado Sumemos Causas, en el Alcázar de Chapultepec), el próximo ex ocupante de Los Pinos decidió parapetarse tras el barbarismo de aducir, desde el poder presidencial (que ha ejercido mal, pero de manera autoritaria, sin contrapesos), que las instituciones (a las que él representa y, en lo general, dirige) sufren bullying de parte de la sociedad civil (abusiva, prepotente, grandulona y pandillera, si se aceptan las características generales que definen a ese fenómeno de excesos escolares).
El victimismo gubernamental inverso pretendió reivindicar la valía de las acciones realizadas por el gobierno del presunto bulleado en materia de seguridad pública, pues a pesar de ciertas buenas faenas realizadas por las fuerzas gubernamentales “se escuchan más las voces de la sociedad civil que condenan, critican y hacen bullying sobre el trabajo de las instituciones del Estado mexicano”. Oh: ciudadanos necios que acusan sin razón a las instituciones, a las que pretenden “desmoronar y descalificar”, sin ver que son la ocasión de que no se mejoren las actuaciones en ese ámbito del combate al crimen organizado pues, “cuando se pone en duda que lo hayan hecho, nadie sale a hablar por ellas, nadie sale a defenderlas ni respalda el trabajo de las policías, las dejamos solas, las abandonamos” (nota de Angélica Enciso y Omar Oliveros, en La Jornada, https://goo.gl/BtuFU3).
Obviamente, la aberración enriquista encendió las mismas redes sociales a las que equiparó con entes desestabilizadores que, en el contexto de ese bullying contra los poderes públicos, están “empujando” a las policías y las fuerzas armadas a la “inacción”, para evitarse problemas. Antonio Díaz Peña, @adiazpi, por ejemplo, tuiteó: “No tiene derecho a reclamar nada presidente: Usted y su gobierno están para dar resultados al pueblo mexicano no para regañarlo por sus quejas, y fallaron en ‘casi todo’ en Seguridad Pública, particularmente, han sido un gran desastre… Ayotzinapa por ejemplo”. Ana Valle Sánchez, @anitavalle70: “¿Y el “bullying que sufrimos los mexicanos a diario? Ese no cuenta para la clase política, que se ha enriquecido, ha saqueado y empobrecido a nuestro país”.
Pero, en el fondo, lo que sucede es que el actual ocupante del Poder Ejecutivo Federal ha comenzado a sentir frío político. Así ha sucedido a otros ocupantes de la máxima silla nacional, en cuanto han entrado al túnel oscuro de la inminente transferencia de poder partidista y oficialista a alguno de quienes eran sus más fieles (e incluso abyectos) subordinados. Gustavo Díaz Ordaz consideró la posibilidad de sustituir en plena campaña al antes sumiso y cuasi mudo Luis Echeverría, que en cuanto fue postulado se volvió “rebelde” y locuaz a niveles clínicos. Luis Donaldo Colosio no pudo avanzar como candidato, entrampado y caído entre los hilos de poder que no deseaba soltar un Carlos Salinas de Gortari que deseaba y tramaba una reelección no inmediata.
Con Peña Nieto, el peligro de la multiplicación de los agravios en su contra en cuanto haga público el nombre de su designado para la sucesión, ha hecho que se prolongue lo más posible la culminación de ese proceso develatorio inevitable. “Hay que cuidar al presidente el mayor tiempo que se pueda”, dijo en privado uno de los cuatro precandidatos oficiales, en una reunión sin derecho a reproducir con nombre y apellido lo ahí hablado. Obviamente, Peña, como otros aferrados al poder, en similares circunstancias, intentará “rodear” al destapado de piezas supuestamente fidelísimas, pero no a la nueva estrella sino a quien deberá dejar Los Pinos el primer día de diciembre de 2018: se habla del joven Nuño como coordinador de campaña, si él no es el elegido, y la pelea por la presidencia nacional del PRI, si se decide relevar a Enrique Ochoa Reza, será de sangre política entre los cortinajes palaciegos.
Por lo pronto, ayer Peña escuchó de María Elena Morera, presidente de Causa en Común, que “esta masacre, para nosotros, sí la consideramos de proporciones bélicas. Los asesinatos, las desapariciones, las violaciones a los derechos humanos, los secuestros, las extorsiones, los robos, ya se hicieron parte de la vida misma de los ciudadanos en México. La violencia que vivimos ya no es temporal ni regional, es endémica y de alcance nacional”.
Astillero: El Fiscal General de Jalisco, Eduardo Almaguer, dejó ayer ese cargo, para buscar la candidatura priista al gobierno de la entidad (fue presidente del comité municipal del tricolor en Guadalajara, regidor en este municipio y secretario estatal del trabajo), donde todo parece prefigurado para que el próximo mandatario sea (a pesar de todo), Enrique Alfaro, formalmente partícipe del Movimiento Ciudadano… A dos semanas y media de que deba tomar posesión el nuevo gobernador de Coahuila, esa elección sigue siendo moneda de negociaciones políticas entre el calderonismo, el panismo anayista y el priismo que, al final, tiene todo listo para instalar al tricolor Miguel Ángel Riquelme, del equipo de Rubén Moreira… Y mientras Ricardo Monreal dice que tomará su “decisión” antes del 20 de noviembre, fecha en la que López Obrador presentará su plan de gobierno, de tal manera que el zacatecano buscará que su presencia o ausencia sean nota del día , ¡hasta mañana, con Luis Videgaray informando que prepara una respuesta “macroeconómica” (oh) por si Estados Unidos decide dejar el TLC!

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