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noviembre 27, 2024

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Panismo fracturado

Columna por Julio Hernández López

En varias pistas, el espectáculo de temporada, que va subiendo de tono: panismo fracturado, con los calderonistas aliándose a Peña Nieto para hacerse, a traición, de una presidencia del Senado y avalar la imposición del Fiscal Guardaespaldas; morenismo sin sorpresas mayores en su última recolección de apoyos externos y presente, en todo caso, la ausencia del zacatecano invocado en el sermón del Monumento a la Revolución contra los ambiciosos de cargos; perredismo ya enfilado a su condición degradada de aspirante a acompañar (si estos lo permiten) al PAN y al Movimiento Ciudadano en el Frente Amplio Opositor que espera suscribir, como esperanza sombría de supervivencia; y el peñismo exultante en su último informe con cierta fuerza escénica (el quinto de la tarde), ya con la presión creciente para que caiga la capucha del tapado.
La esencia de la política concentrada en unos cuantos días de traiciones, alianzas y reacomodos. De ese catálogo, a juicio de esta columna dramaturga, tiene especial relevancia lo sucedido en el Senado de la República, donde el PRI decidió colocar en la presidencia de la mesa directiva a un panista, expresa e intencionalmente a contrapelo del propio partido albiazul, cuya directiva nacional pretendía que la citada presidencia fuera ocupada, en turnos, por dos mujeres.
No es poca cosa que Emilio Gamboa, que es decir el PRI, que es decir Los Pinos, haya cometido tan rudo acto de intervencionismo en la vida interna de otro partido, el de Acción Nacional, y que hubiera premiado con un alto cargo legislativo (y, por tanto, prebendas especiales) a Ernesto Cordero, adversario, en tanto pieza de Felipe Calderón y Margarita Zavala, de Ricardo Anaya, el dirigente oficial del PAN repudiado por Los Pinos a causa de que el queretano movilizó su estructura para oponerse (por cálculo electoral o en busca de posteriores acuerdos chantajistas) a la designación de Raúl Cervantes Andrade como fiscal transexenal (nueve años) y virtual guardaespaldas judicial de los grupos calderonista y peñista.
El golpe a Ricardo Anaya fue cometido por puro calderonista, en especial, por miembros que fueron del gabinete del michoacano: el propio Cordero, quien fue secretario de hacienda y fallido delfín presidencial; Javier Lozano Alarcón, quien fue secretario del trabajo; Roberto Gil Zuarth, quien fue secretario particular de Calderón y subsecretario de gobernación y Salvador Vega Casillas, quien fue secretario de la Función Pública, además de otros senadores felipistas de menor relevancia.
La imposición de Cordero generó el airado rechazo de la mayoría panista en el Senado, y la etiqueta de traición fue colgada al citado legislador y su grupo cercano. Pero, al sabido estilo del policía malo y el policía bueno (dos formas distintas de un solo fin verdadero), la beneficiaria indirecta de la maniobra calderonista-corderista, Margarita Zavala Gómez del Campo, hizo este domingo un video para manifestar su preocupación por lo que está sucediendo en su partido, exigir que se adelante el proceso de designación de la candidatura presidencial y, abiertamente, demandar la renuncia a la presidencia del PAN del antes citado Ricardo Anaya, justamente el principal adversario de la designación de Zavala como candidata a la silla que ya ocupó antes su esposo, el policía malo de estos episodios recientes.
El fondo del asunto va más allá de los partidos, los grupos y las candidaturas, y no impactó sólo al Senado, sino también a la cámara de diputados, que no pudo instalar su mesa directiva por la oposición de los panistas. Lo más grave, en términos de trascendencia, es que el calderonismo recibió como pago la presidencia del Senado, y es válido suponer que también un impulso oficialista a la precandidatura de Margarita Zavala, porque va a suministrar los votos “opositores” necesarios para que el gran amigo de Peña Nieto, el actual procurador de justicia, Cervantes Andrade, sea confirmado en pase automático como Fiscal General de la Nación por nueve años, en un auténtico Pacto por la Impunidad Transexenal.
Por otra parte, en el Monumento a la Revolución, Andrés Manuel López Obrador encabezó una reunión masiva para la firma de un acuerdo de unidad como los que ha realizado en varias ciudades del país. En términos numéricos fue un éxito, pero no en cuanto a las nuevas caras y perfiles que podrían esperarse en la última oportunidad que dio el lopezobradorismo para subirse a su tren con etiqueta de triunfador.
Varios de los firmantes ya habían prefigurado su disposición a sumarse a Morena, de tal manera que no hubo ninguna sorpresa verdadera. En términos estructurales, lo más interesante es el brinco del bejaranismo hacia el joven partido, con Dolores Padierna ya en el estrado principal del acto dominical y su esposo, René Bejarano, también renunciante al PRD, pero aún imposibilitado, en términos gráficos, para colocarse junto a AMLO.
En todo caso, lo más interesante fue el discurso del orador principal, quien insistió en las inmejorables condiciones generales para el triunfo de Morena en 2018, pero advirtió de la necesidad de fortalecer la organización y prevenir la cantada compra de votos. Al final, centró sus palabras en el rechazo de actitudes que lesionan la unidad partidista, en una alocución nunca dirigida explícitamente a Ricardo Monreal Ávila pero fácilmente acomodable a las circunstancias del exgobernador de Zacatecas. El Sermón contra los Cargos se produjo mientras el jefe delegacional en Cuauhtémoc espera la resolución sobre las impugnaciones que hizo a la famosa encuesta para definir la candidatura a la jefatura del gobierno capitalino.
Opacado, el Partido de la Revolución Democrática realizó, mientras tanto, una sesión de consejo nacional a cuyo final aprobó lo que ya se sabía: la disposición a construir un frente amplio opositor, con Acción Nacional y Movimiento Ciudadano. Miguel Ángel Mancera, presente al inicio de la sesión, aplaudió con gusto. ¡Hasta mañana!

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