La tragicomedia en que se ha convertido la relación entre México y Estados Unidos tiene un capítulo más, envuelto en confusión, en una madeja enredada, producto de un supuesto acuerdo entre los presidentes de ambas naciones para mantener en silencio una conversación que sostuvieron vía telefónica.
En primer lugar, el Presidente de México, Enrique Peña Nieto debe saber que como funcionario público tiene el deber de informar a la sociedad de lo que está ocurriendo en la relación con el imperio yanqui.
No se puede tratar como un secreto de Estado, cuando el país ha sido denigrado, humillado por un personaje visceral que se ha manifestado públicamente como “no amigo” de México.
En segundo lugar, el gobierno de Peña Nieto, nuevamente tiene la obligación de dar a conocer lo que hablaron, y más ahora que ha surgido una versión que, minutos más tarde, fue desmentida y en la que supuestavmente Donald Trump amenazó con invadir el territorio nacional con tropas militares, por la incapacidad de México de combatir a los “bad- hombres” del narcotráfico.
Si el gobierno mexicano se atrevió a desmentir la nota de la reconocida periodista Dolia Estévez, entonces tiene que sacar a la luz la realidad, no puede decir que algo es mentira, sin informar de la verdad.
El comunicado de la Secretaría de Relaciones Exteriores señala que la información “está basada en absolutas falsedades y con evidente mala intención.
Las afirmaciones no corresponden a la realidad. Estos son momentos en que el país necesita información veraz y, sobretodo, fundamentada”, señaló la Cancillería.
Perfecto, habría que darle un voto de confianza al gobierno federal, y entonces que brinde esa información veraz y fundamentada a la que se refiere.