Los costos que el gobierno paga por medidas preventivas destinadas a la NO obesidad parecieran nada en comparación con los que se invierten en la cura de las enfermedades asociadas a la obesidad, un gran porcentaje del PIB se destina a este rubro. Pareciera que todas las medidas precautorias de nada sirvieran pues la población cada día aumenta las estadísticas del mal del siglo pero, ¿Es consecuencia de los transgénicos? ¿Es un problema de las sustancias adictivas que usa la industria alimentaria?
Independientemente de ello, la participación en este mal tiene que recaer también en los gobiernos ya que está en ellos el prohibir la venta de productos con ciertos adictivos que contribuyen al envilecimiento gustativo de los humanos, de esas sustancias que provocan que los deseos de comer no se puedan detener y conviertan a los seres en esclavos y obesos de una realidad fatal.
Los actuales candidatos nada han pregonado, cuando debería de ser una prioridad debido a las consecuencias que se esperan en pocos años; el mencionar la apertura de más centros deportivos no es suficiente, el subir los impuestos a los productos azucarados tampoco lo es. Una solución real es cuidar legítimamente de nuestro bien, la salud. Sin ella no se puede trabajar bien provocándose problemas en las arcas de una nación así que, esperaría que el nuevo gobernador y quienes queden en los puestos de poder aboguen por una supresión de todo producto nocivo a nuestro cuerpo; no se trata de libertad de elección, se trata de cuidar a una población que les otorga un voto esperando mejoras en muchos aspectos y uno de ellos es el bajar los índices de obesidad en nuestro estado de forma legal.
