Durante una conferencia dictada por el Dr. Alex Márquez, ante un auditorio de mil personas con diferentes edades, profesiones y diversos enfoques de la vida, nos indicó que nos pusiéramos de pie, y que hiciéramos el ejercicio de señalar a alguien con el dedo índice como cuando culpamos a otra persona de alguna situación y después hizo la siguiente reflexión, “Cuando señalas a alguien con un dedo, tres dedos te estarán señalando a ti”…
Sin duda alguna, me dejó muchas enseñanzas el contenido de la conferencia, pero ese ejercicio en particular me permitió hacer conciencia de lo importante que es para cada ser humano, hacerse responsable de sus acciones y respectivas consecuencias, lo que es, en muchas ocasiones un tanto difícil porque la mayoría de las veces la primera reacción que se tiene es responsabilizar a los demás o culpar a otros de lo que sucede.
Nuestros abuelos y padres, nos enseñaron que cada acto tiene una consecuencia y que deberíamos enfrentar las situaciones en las que nos involucrábamos, “El que ensució, que limpie” decía mi abuela, si rompías algo, tenías que pagarlo, no había opción, si ofendías a alguien tenías que ofrecer una disculpa, y más aún, si te comías la torta antes del recreo, como se decía cuando una jovencita se embarazaba antes de casarse, el joven tenía que responder por tal acto, de tal suerte que el sentido de responsabilidad se fomentaba constantemente.
En otro sentido, las calles eras barridas y se mantenían limpias gracias a los vecinos que se hacían responsables de al menos el frente de su casa, hasta parecía competencia para ver quien tenía más limpio, las grandes obras como iglesias, escuelas, casa ejidales, arreglar los caminos o carreteras, eran gracias a las faenas de los hombres de la comunidad y eso daba un sentido de pertenencia y cuidado del patrimonio de la ciudad.
Culpar a otro era algo negativo, irresponsable, señalado como falto de hombría o de palabra al incumplir con los compromisos o acuerdos que en muchas ocasiones eran implícitos. Este tipo de educación y de valores deberían prevalecer, jamás deben pasar de moda y debemos luchar para que pasen de generación en generación, con la finalidad de construir una mejor sociedad, en la cual podamos convivir en una cultura de reconocer que No Eres Tú, Soy Yo, el que debe cambiar, dar el ejemplo y aportar un granito de arena para lograr una vida mejor y más digna para todos.