Cierto es que la presencia de la delincuencia organizada en el norte de la entidad ha generado el cierre de comercios de diversos giros, principalmente por el denominado “cobro por derecho de piso”, en el que los hampones se presentan a la negociación para imponer una cuota mensual, con la amenaza de ser destruidos o incendiados si se niegan a pagar.
Así han cerrado innumerables negocios en el centro de Cancún, especialmente en la avenida Tulum y en la Yaxchilán, otrora centro neurálgico de la diversión y la pachanga para la gente local.
Este es un secreto a voces entre los que residimos en el principal destino turístico: Sin embargo, el hecho de que el presidente de la Asociación de Plazas Comerciales, Eduardo Galaviz, dé a conocer la existencia de zonas calientes, en donde predomina la presencia de la delincuencia organizada y motivo por el cual se han cerrado establecimientos, en nada abona a la tranquilidad para la gente local ni para el turista, y muchísimo menos para algún potencial inversionista.
Esto genera desconcierto y psicosis, además de ahuyentar a clientes de las plazas comerciales y de los destinos en general.
La gente tiene el derecho a estar bien informada, pero emitir estos señalamientos generan un grave daño a la vida de las ciudades que viven del turismo, así como afectación a los distintos negocios.
Incluso se atrevió a citar la Quinta Avenida de Playa del Carmen, sin duda una de las más comerciales y con mayor auge a nivel nacional.
Quizá no previó que esto puede terminar con la confianza de la gente y ahuyentar al turista de esa avenida, lo que mataría a Playa del Carmen, cabecera de uno de los municipios más turísticos del país.
Se necesita acción policial, cierto, pero no podemos atizar el fuego.