He aquí navegando en las agitadas aguas del Gobierno del Cambio, donde propios y extraños buscan su mejor dividendo; presionan para garantizar sus intereses políticos y económicos, al grado de generar inestabilidad social, verbigracia el último video del empresario playense Carlos Mimenza, quien hace fuertes acusaciones en contra del Titular del Ejecutivo en relación a un supuesto atentado que sufrió en su vehículo.
Al margen de lo que resulte de los hechos en mención, si se formaliza denuncia y se efectúan las correspondientes investigaciones; estamos ante acciones que independientemente de su veracidad, son un duro golpe de mar a la gobernabilidad de la administración estatal que encabeza Carlos Joaquín González, y por añadidura agitan la paz y la vida pública de los quintanarroenses.
El mandatario lo sabe, y por ello reaccionó ipso facto en su cuenta de tweeter: “Siempre he sido hombre de paz, busquemos la tranquilidad y prosperidad #QRoo con honestidad y total respeto a la ley. NUNCA la violencia”. Más claro, ni el agua. El gobernador se deslinda moral y políticamente de las temerarias acusaciones del empresario inmobiliario.
Y no es para menos, más allá del individuo, del político, Carlos Joaquín González tiene una investidura que le dieron los quintanarroenses al elegirlo su gobernador. Entonces, se debe al interés común, y por ello no debe ni puede permitir que se le acuse de “asesino”, de ser el autor intelectual de un supuesto atentado en el que también se involucra al Fiscal General, Miguel Ángel Pech Cen.
La autodefensa del felixismo-borgismo ha desbordado las pasiones de sus aún seguidores, en la medida que han avanzado las querellas, las investigaciones, y la impartición de justicia contra quienes saquearon las arcas de Quintana Roo, institucionalizaron la corrupción, y por si fuera poco se adjudicaron los terrenos del estado con acciones legaloides y fraudulentas ventas, beneficiando a su grupo político, familiares y amigos.
Quintana Roo no puede estar a la deriva, ya no puede ser más botín y rehén de un poderoso grupo de la política y los dineros, el Gobierno del Cambio está obligado a tomar todas las medidas necesarias y detener esta barbarie. Por ello, es urgente que Carlos Joaquín González de salida a las facturas políticas de su campaña, ya ha transcurrido más de un año, y haga los ajustes que convengan en su gabinete legal y ampliado, a fin de garantizar la gobernanza y la gobernabilidad.
No puede ser de otra manera, hay que cerrar filas para enfrentar a los verdaderos detractores, a los auténticos enemigos de su gobierno y de Quintana Roo. Están aprovechando y con mucho la falta de integración entre sus colaboradores, su falta de experiencia en la administración pública, su novatez en el ejercicio de gobernar, incluso la falta de un perfil adecuado en el área en que se desempeñan; salvo sus honrosas excepciones.
Es cierto, nunca la violencia, todo en el marco de la ley, hay que garantizar la paz, la tranquilidad y la prosperidad de Quintana Roo, pero al gobernador tiene que tener mano firme, no debe temblarle.
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