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noviembre 27, 2024

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Mireles rompe espejismo

Los gobiernos de Enrique Peña Nieto y Silvano Aureoles Conejo (éste, llegado al poder estatal por su abierta subordinación al primero) habían mantenido hasta ayer, prendida de alfileres, la apariencia, para consumo nacional, de que en Michoacán se había apaciguado parcialmente la suerte de insurrección social que en determinados momentos habían asumido grupos identificados como “autodefensas” y que el fondo del problema, es decir, el virtual gobierno de cárteles del crimen organizado, por encima de las “autoridades” institucionales, también había sido resuelto.
La realidad michoacana es tan quemante, o más, que en aquellos meses de 2013 en que surgieron los grupos civiles armados que llegaron a sustituir a los cuerpos policiacos municipales y estatales e incluso se enfrentaron peligrosamente a grupos militares. La complacencia del entonces gobernador, Fausto Vallejo, quien no ejercía de verdad el mando, por razones de salud y sustituido en los hechos, y durante un periodo de interinato oficial, por Jesús Reyna (luego encarcelado), había permitido la instauración de narcopoderes regionales y la comisión de hechos delictivos salvajes contra la población en general.
Para oponerse a esa descomposición generalizada surgieron los famosos grupos de autodefensa, que luego serían “administrados”, promovidos, armados y desarmados por Alfredo Castillo Cervantes,  doloso comisionado de Los Pinos para sustituir informalmente a Fausto Vallejo (uno de cuyos hijos era reputado como redituable enlace con los grupos criminales). Castillo Cervantes es primo del actual procurador federal de justicia y de quien hasta hace unas semanas era influyente consejero jurídico de Los Pinos. Además, había formado parte de la matriz mendaz del grupo mexiquense peñista, como subprocurador durante el caso de la niña Paulette y su “colchón asesino” y luego como procurador de “justicia” del estado de México.
A fin de cuentas, el comisionado Castillo torció y retorció las leyes en Michoacán, castigó y premió conforme a sus conveniencias grupales, reconfiguró el mapa delincuencial en esa entidad, estableció nuevas formas de entendimientos y ganancias y dejó “arreglado” el problema, de tal manera que pasó tranquilamente a ejercer el cargo de comisionado nacional del deporte.
La nueva “paz” michoacana permitió que Peña Nieto jugara a la “pluralidad” política, al ser acomodadas las piezas para que triunfara el “perredista” Silvano Aureoles Conejo, una especie de entusiasta peñista con un sol azteca en la solapa. Aureoles Conejo, el “Comisionado” bis, se ha revelado como un mandatario frívolo, presuntuoso, efectista y deseoso de escalar en el plano nacional, a tal grado que se promueve como presunto precandidato presidencial. La corriente perredista a la que pertenece Silvano, el Foro Nuevo Sol, está dividida, con una parte cargada al lado del gobernador michoacano y otra con la chihuahuense Hortensia Ortega, actual diputada federal.
En ese Michoacán de falsa pacificación, donde son cotidianos los mismos actos delictivos que dieron origen a las autodefensas, reapareció ayer con bandera de pelea el médico José Manuel Mireles Valverde, recientemente puesto en libertad condicional. Convocó por medio de las redes sociales a que se concentraran en Tepalcatepec, donde había iniciado en 2013 la resistencia armada que le dio fama internacional, todos quienes desearan oponerse al cerco militar que se había instalado en ese lugar. Pidió que los convocados llevaran todas las armas que tuvieran.
A la hora de teclear esta columna corría la versión de que el enfrentamiento entre pobladores de Tepalcatepec y policías estatales y federales, y fuerzas militares, tenía como contexto el intento de detener a un jefe del narcotráfico, llamado el Abuelo Farías. Los adversarios de Mireles aseguraron que la vuelta del médico a la “autodefensa” es una forma de beneficiar a grupos criminales determinados.
En esta columna se ha planteado siempre que la conducta política de Mireles ha sido sinuosa y contradictoria. Apenas este domingo recién pasado, Sanjuana Martínez publicó en La Jornada una entrevista con Hipólito Mora, la otra figura relevante del proceso de las autodefensas, quien hizo referencias sumamente críticas de Mireles, acusándolo de servir a grupos del narcotráfico, llegando a ponerles camisetas de autodefensas (https://goo.gl/pgurBt).
A reserva de que se precisen las circunstancias e intenciones de este episodio de Tepalcatepec, ha de señalarse que en otras partes de Michoacán, como sucede en varias entidades del país, el desmoronamiento institucional ha llevado a la constitución de genuinas formas de autodefensa, más allá de vaivenes protagónicos o de intereses densos.
Por otra parte, el episodio de ayer en Tepalcatepec muestra que la estampa optimista que han promovido Peña y Aureoles sólo ha sido para consumo externo a Michoacán, pues en esta entidad lo único que hubo fue un reacomodo de fuerzas bajo nuevos criterios gerenciales.
La revelación de que uno de los hijos de Donald Trump se reunió con una abogada rusa, que supuestamente le daría información lesiva para Hillary Clinton, tiene importante significación para la política mexicana, en específico para el grupo encabezado por Luis Videgaray Caso (aquí llamado el Canciller de Troya).
La apuesta mayor del grupo Peña-Videgaray, respecto a su continuidad en el poder, ha sido colocada en los casilleros de la ruleta Trump. Videgaray embarcó a Peña Nieto para recibir al entonces candidato republicano en Los Pinos y luego, asumiéndose como ganador cuando Trump llegó a la Casa Blanca, asumió una secretaría de relaciones exteriores virtualmente concentrada en Washington, con Jared Kushner, el yerno del rubio empresario, como una especie de comisionado para asuntos mexicanos. Al ser entrampado el presidente de Estados Unidos por el Rusiagate, y perder su destemplada fuerza original, también se entrampa y pierde fuerza el grupo priista que ha buscado el apoyo impositivo de Trump para seguir en Los Pinos. ¡Hasta mañana!

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