Tras los sismos del pasado 19 de septiembre, los mexicanos reaccionaron de forma inmediata tras el terremoto. Hacían falta manos para ayudar, y en cuestión de minutos casi sobraban manos. También hacía falta organización: voluntarios que no sabían dónde hacían más falta, lugares donde sobraba comida, mientas en otros faltaba o información confusa sobre derrumbes.
A la hora de comprobar y organizar toda la información que circulaba en esas horas críticas, y en los días posteriores, los jóvenes han marcado el paso. Los llamaron problemáticos, egocéntricos, flojos, ensimismados, hedonistas, egoístas, arrogantes… La generación que mató la cultura de trabajo, a las instituciones y el mundo como lo conocíamos. La generación que no sabía trabajar en equipo, que se ponían primero a ellos mismos y jamás voltearía a ver a los lados. Los millennials parecían los culpables de todos lo que estaba mal, hasta el día en el que todo lo que estuvo mal no tenía que ver con diferencias generacionales, políticas, institucionales, ni humanas.
El 19 de septiembre de 2017, México fue sacudido -por segunda vez en menos de 15 días- por un sismo de 7.1 grados que dejó fuertes estragos en Ciudad de México, Morelos, Puebla, Chiapas y Oaxaca. Bastaron unos minutos de desconcierto para dimensionar el estado de emergencia en el que las zonas damnificadas se encontraban. Bastaron aún menos para que las calles se inundaran de jóvenes dispuestos a brindar su ayuda. El personaje del “Yo-Yo-Yo” se transformó en un instante en un “Tú-Tú-Tú” para mostrar sus verdaderos colores. Un ímpetu que ni el cansancio, ni el hambre, ni el riesgo ha podido frenar.
En las calles, albergues y centros de acopio se ha excedido el número de voluntarios, víveres y medicinas. En las zonas afectadas, existen listas de espera para relevar a los brigadistas. Hasta los municipios de menor acceso llegan caravanas de jóvenes con alimento, materiales de curación, palas y picos. Las redes sociales han pausado su función de “egoteca” para convertirse en afiches actualizados minuto a minuto que ayuda a informar, pedir y dirigir el apoyo. Nadie los convocó nadie los dirige, nadie los organiza, es su voluntad la que los mueve.
Hoy los millennials, la generación estigmatizada por los medios da una nueva cara a la sociedad. El filósofo Fernando Belaunzaran tuiteaba: “Los jóvenes han tomado la CDMX. Espero que ya no la suelten”. Los jóvenes han devuelto la fe al país desde los escombros de la tristeza, se han levantado como un pilar de esperanza lo sorprendente es que después de seis días el gobierno no tenga mecanismos para comunicarse con el pueblo, ni tiene datos fiables. México elige presidente el año que viene y muchos reflexionan estos días en cómo puede afectar la movilización que estamos viendo al resultado.
Casi una tercera parte de la población mexicana tiene menos de 30 años. El porcentaje de ellos que pertenece a algún tipo de organización política no llega al 5%. Prácticamente el resto se declara completamente desconectado de la clase política.