Conforme al plazo originalmente establecido, de 120 días, ayer, al cumplirse los primeros 30 de estos, los aspirantes a una candidatura presidencial independiente deberían haber acreditado cuando menos un 25 por ciento de sus firmas de apoyo (aunque, como diría el oscuro objeto de nuestros deseos sociales de bulleo, el siempre ocurrente Enrique: deberían llevar “menos”, como un 27 o 30 por ciento, por las firmas que no cumplieran con los requisitos y no fueran validadas).
Sin embargo, al corte de ayer, cumplidos esos 30 de 120 días (plazo al que un acuerdo del Instituto Nacional Electoral añadió, de manera impugnable, una semana de “compensación” por el presunto funcionamiento deficiente de la aplicación cibernética correspondiente), el más aventajado es el bronco usuario de las estructuras del gobierno de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, quien ha alcanzado un 17.7 %, y la entusiasta aprovechadora de estructuras y beneficios “ex presidenciales” (entre otros recursos de élite), Margarita Zavala Gómez del Campo, con 15.9 %.
Como puede verse, solo el sedicente Bronco y la presunta independiente Margarita podrían estar, de cierta manera, en ruta de hacerse de la cifra mágica de las más de 866 mil firmas (Mari Chuy Patricio, postulada por grupos indígenas y del neozapatismo, llevaba ayer 4.3%; Armando Ríos Píter, 3.8%, y Pedro Ferriz de Con, 3.5 %). En el caso específico de Zavala Gómez del Campo, resulta muy ilustrativa la discordia entre las (manipulables) encuestas de opinión que suelen darle (generosas) cuotas de la (presunta) opinión pública, con frecuencia en un (insostenible) segundo lugar, mientras en la realidad documentable no logra ni siquiera superar al truculento Bronco. Esa inflada preponderancia del felimargarismo se topa también con un dato riguroso: de los 29 mil 294 auxiliares que registró, ¡24 mil 592 no han podido registrar ni una sola firma de apoyo para la ex panista!
En ese sentido, ayer llegaron a una tuitera cuenta astillada varias fotografías de los módulos zavalistas de recolección de firmas, en plazas públicas de Colima y Cuernavaca, absolutamente solos (bueno, salvo la presencia de las auxiliares, sin nada qué hacer). Y, sin embargo, es de preverse que, haiga de ser como haiga de ser, el sistema se provea finalmente de la participación de ese consorcio FelYMar, mediante artificios hildebrándicos o ayudas de amigos en el poder público.
La invención del Frente Ciudadano por México (FreCiMe) resultó un excelente negocio político para las cúpulas concurrentes, a imagen y semejanza del Pacto por México con el que pudo arrancar el sexenio peñista.
Aún cuando tenía y tiene el control de la estructura panista y, por tanto, no había lugar para que se colara la candidatura desesperada de Margarita Zavala (es decir, de su jefe político, Felipe Calderón), el dirigente Ricardo Anaya Cortés utilizó la gestación y el parto del citado FreCiMe para afianzar su postulación presidencial, que a estas alturas parece plenamente viable. Miguel Ángel Mancera, por su parte, ha manejado los tiempos para que su subordinada, Alejandra Barrales, se aferre a la candidatura a la jefatura del gobierno capitalino, a pesar de los escándalos inmobiliarios de dicha presidenta saliente del Partido de la Revolución Democrática y de las condiciones poco propicias para que desarrolle una campaña electoral exitosa.
Por su parte, Dante Delgado, el dueño del partido Movimiento Ciudadano, podría ser candidato al gobierno de su natal Veracruz (donde ya fue gobernador interino, de 1988 a 1992, luego que el titular, Fernando Gutiérrez Barrios, fue colocado en la secretaría de gobernación con Carlos Salinas en Los Pinos) y, en realidad, al citado Dante lo que más le interesa es que continúe la Divina Comedia del dinero público para su personalísimo partido.
Ayer, Barrales anunció que ya está en marcha la tercera fase del proyecto del citado FreCime, que permitirá darle la formalidad de una coalición electoral de partidos (hasta ahora, en términos jurídicos, no lo es). Luego vendrá la definición de las candidaturas. Por cierto, Barrales, es decir Mancera, están haciendo un gran favor involuntario al lopezobradorismo, al cerrarle el paso a la candidatura de Ricardo Monreal a la jefatura de gobierno por ese frente “ciudadano”, con lo cual lo han dejado sin alternativas más que el sometido retorno al redil moreno.
Ironías de la política o, visto de otra forma, la implacable venganza del dedazo contra sus efímeros impugnadores: Monreal tejió una narrativa de presunta indignación e insurrección contra el método unipersonal de designación de Claudia Sheinbaum como coordinadora de organización de Morena en la Ciudad de México y virtual candidata a la jefatura de gobierno. Pero toda la saga de pasión “democratizadora” del zacatecano desembocó en una plática de carretera (entre Querétaro y San Luis Potosí) con el autor del dedazo impugnado, Andrés Manuel López Obrador, en la que el primero aceptó analizar, entre otras propuestas personales que le hizo el tabasqueño, la de ser “electo” o designado presidente nacional de Morena cuando AMLO deje este cargo para formalizar su candidatura presidencial. Impugnar el dedazo para la jefatura chilanga de gobierno, ¿pero aceptar el dedazo para presidir Morena? (ah, hubo dos opciones más en el menú de la reconciliación: que Monreal sea candidato a senador y tal vez el coordinador de la correspondiente bancada de Morena o, de ganar la Presidencia de la República, ocupar la secretaría de Gobernación).
En medio del frente amplio de convergencia ciudadana contra las disparatadas expresiones enriquistas que pretendieron acusar de “bullying” a la sociedad civil por criticar el desempeño de policías y fuerzas armadas, ha aparecido otra estampa política irritante: Virgilio Andrade, especializado en trucajes desde el poder, ha presentado denuncias penales por falsificación de algunas de las tarjetas de pago a damnificados que han puesto a su proba y casta disposición. ¡Hasta mañana!