La aparatosa acometida federal contra un cártel de la capital del país, el de Tláhuac, ha servido para que los poderes desde ahora coaligados contra Andrés Manuel López Obrador suelten una metralla política y mediática, cuyos blancos reales se sitúan en el 2018.
A Rigoberto Salgado Vázquez, el actual jefe delegacional en Tláhuac, se le pretenden adjudicar calificaciones oscuras por haber permitido el crecimiento del cártel dirigido por el ahora difunto personaje conocido como el Ojos. Permisividad, ignorancia o complicidad, serían las barajas a escoger para soltar sentencia política contra Salgado. En una sociedad y un régimen político sanos, valdrían tales parámetros.
Pero, en la descomposición que se vive en México, no habría gobernador en pie en ningún estado del país si se pretendiera culpar a cada uno de ellos por los actos del crimen organizado que sucedieran en sus respectivas demarcaciones y de los cuales no estuvieran “enterados” ni hiciesen nada efectivo en su contra. Llevado a un extremo este criterio, el propio presidente de la República en turno podría ser acusado de igual manera.
Sin embargo, dejando constancia de las evidencias de que está en curso una campaña en contra de Morena y, en particular, de su virtual candidato presidencial, el caso Salgado merece consideraciones especiales. Inadmisible sería culparlo solamente por pertenecer a un partido y un proyecto políticos, como igualmente inadmisible sería exonerarlo solamente por ese mismo tipo de criterios partidizados.
Salgado es otro más de los expedientes controvertidos que ha recogido Morena desde el PRD, para dotarlos de presuntas vestiduras blancas, gracias a las conversiones salvíficas. Del sol azteca a la candidatura morena, con la misma carga densa detrás. Las historias de Tláhuac, sin embargo, han estado pobladas de versiones sobre negocios oscuros, parentelas operativas y mucho dinero para financiamientos electorales y políticos.
Los hermanos Salgado han sido, además, grupalmente expansivos. Uno de ellos fue constantemente acusado de conductas oscuras en Durango, donde fue habilitado como dirigente estatal de Morena, gracias a las conexiones en la capital del país y no por tener ascendiente sobre los militantes de ese partido en aquella entidad norteña. Los resultados electorales fueron pésimos, entre señalamientos de que Rosendo Salgado Vázquez mantenía acuerdos subterráneos con el gobierno estatal, priista, y entre señalamientos de abusos de poder, materializados en acoso sexual y en conductas nada apegadas a lo que habría de esperarse de un cuadro directivo de Morena.
La Ciudad de México, a pesar de los esfuerzos conceptuales de Miguel Ángel Mancera en contra, es sede de grupos del crimen organizados, a los que es correcto caracterizar como cárteles. No sólo es Tláhuac, y no solo es un jefe delegacional de Morena, sino una amplia gama de funcionarios de las administraciones central y delegacionales los que deben ser sujetos a investigación. El PRD y Morena deben revisar sus mecanismos de postulación de candidatos, vigilar el comportamiento de aquellos a quienes llevan al poder y evitar la institucionalización del dinero, proveniente de dónde sea, como motor de avance político y adquisición de cargos públicos.
Luego de leer un libro sobre el encabronamiento nacional, una coahuilense reflexiona: “Cierto es que hace falta un movimiento telúrico fuerte, en la política y la sociedad. No podemos esperar un 85, pero tampoco podemos esperar a que los mexicanos nos organicemos. Eso no va a pasar, por más encabronados que nos sintamos en esos diferentes méxicos que conforman el país.
“Cómo iniciar, si los líderes están de capa caída, si la juventud está desperdigada y las clases que nos conforman somos inconformes en el discurso, pero difícilmente en el hacer, y mucho menos en el actuar fuerte y contundente, por los otros y por nosotros mismos. Entiendo perfecto el encabronamiento, porque lo siento hasta el tuétano, pero me conozco y me veo en muchas yo, y nadie hará algo que haga temblar su propia casa.
“El 2018 será otra vez un Coahuila y un Estado de México (vivo en Saltillo) y AMLO, con todo y sus errores, podría ser un respiro, aunque cada día lo dudo más, pero coincido que hay personas de gran valía involucradas; y otros no tanto, también. No hay tiempo, nos estamos quedando sin suelo, sin recursos naturales, sin industria y, entonces, ¿de qué servirá tanto encabronamiento?”.
Quien desee encontrar los mejores flancos políticos de Margarita Zavala Gómez del Campo no debe hurgar en lo oratorio ni en lo declarativo. En particular (tal como sucede a Enrique Peña Nieto), toda improvisación verbal le significa riesgo, agravado si hay presión de periodistas. El colmo, sin embargo, ha sido puesto de relieve por el tribunal federal electoral, mediante una orden para investigar “a fondo” presuntos actos anticipados de campaña de quien fue presidenta del DIF en el sexenio de Felipe Calderón.
A través de videos colocados en redes sociales, mediante la asociación denominada Dignificación de la Política (la plataforma de las aspiraciones del grupo que apoya a Margarita), hay menciones en términos específicos de una candidatura en curso, lo que violentaría, de confirmarse, la legalidad electoral. Resultaría irónico que, por ejemplo, Andrés Manuel López Obrador lleve tanto tiempo como virtual candidato presidencial, pero sin producir declaraciones o material que le pueda llevar al banquillo del tribunal electoral, y Zavala Gómez del Campo lo pueda ser, con su propia plataforma personal como testigo de cargo.
Y, mientras un lector menciona: “hay otro crimen constante que causa cientos de muertos al año en las carreteras: los camiones con doble ‘semi’ remolque (no son semi, son enteros). Otra responsabilidad criminal de Ruiz Esparza”, ¡hasta mañana, con Peña Nieto instruyendo a soldados para que no obedezcan órdenes que sean violatorias de derechos humanos o impliquen la comisión de un delito!