Las transformaciones que está viviendo el mundo en materia económica, educativa, social, política y cultural, aunado a los grandes avances de la ciencia, la tecnología y la información en estos tiempos ha producido un nuevo contexto socio histórico donde la sociedad humana cada día debe asumir los cambios y retos que le impone la sociedad de la información y el conocimiento. Todos estos cambios han impactado al sistema educativo universitario en el mundo estableciendo una nueva concepción filosófica en los docentes y en las instituciones de educación superior. Muchas son las demandas que caen sobre los hombros de un profesor en este nuevo siglo y orden social, económico y político, no sólo a nivel local, sino también nacional.
La institución escolar se ha cargado de responsabilidades y de elementos que no están predefinidos en el diseño de las políticas públicas, sobre todo cuando el padre de familia está en la creencia de que el profesor es quien debe de educar a los hijos y es al primero que culpan cuando el niño o niña se porta mal en la escuela. Actualmente la escuela es responsable de la transmisión cultural; de la preparación laboral; del bienestar psicológico y social de los alumnos; de la higiene y de la sexualidad; de la educación del tránsito; de la educación para la paz y la solidaridad; de la integración e inclusión de estudiantes con capacidades diferentes entre otras tantas funciones.
Los padres y apoderados hoy delegan en ella funciones primarias que les corresponden a ellos, obligando a los docentes a ocupar roles parentales. Pero ojo, las instituciones que se dedican a formar maestros como las famosas escuelas “Normales” tiene mucha culpa en todo lo anterior ya que a mi parecer las instituciones formadoras de profesoras y profesoras no se ocupan de crear condiciones para que los futuros docentes desarrollen las competencias que les permitan incorporarse creativamente a la sociedad del conocimiento.