Para entender lo que debería de ser la Reforma Educativa no tenemos que satanizar las protestas de maestros, el ejercicio de análisis resulta cosa del sentido común y luego entonces, tal vez se comprenda el porqué de esas actitudes.
En primera, por la Reforma Educativa ya se deberían de haber establecido aulas de veinte alumnos como máximo, garantizándose así una mejor atención por cada chiquillo, teniendo como consecuencia un aumento en los niveles de aprendizaje. Un aula con pocos alumnos permite un mejor desarrollo en el desenvolvimiento académico del alumno ya que el profesor le prestaría más atención de forma tal que desaparecieran los hacinamientos en los cuales muchos días se desenvuelven miles de jóvenes mexicanos en edad escolar.
En segunda, por esta misma Reforma Educativa el profesor ya tendría la oportunidad de generar más dinámicas de enseñanza-aprendizaje, pudiendo comprobar y llevar un record casi de manera individual del avance en este proceso de construcción y reconstrucción de aprendizajes no sólo académicos sino de competencias también, evitando los conocimientos memorísticos y mecanizados.
En tercera, por la Reforma Educativa ya se abrían abierto espacios para la aplicación necesaria de la teoría a la práctica, brindándose así oportunidades de ensayo y error y un correcto análisis que permita una retroalimentación que ayude a que el alumno reconstruya constantemente su propio conocimiento y no que siga como tarabilla una serie de indicaciones sin mayor razonamiento.