Ciudad de México.-En el Teatro del Pueblo Alí Chumacero, en Tepic, no cabía un alma más. Era 19 de septiembre, y el empresario Antonio Echevarría García acababa de rendir protesta como Gobernador de Nayarit.
En el recinto, habilitado como sede del Congreso estatal, “Toño” -como le llaman en su tierra- pronunciaba un discurso en el que prometía combatir la corrupción y encabezar un equipo que construya “un nuevo tiempo” para la entidad.
En las butacas de las primeras filas, lo escuchaban 15 gobernadores, casi todos panistas y perredistas; los dirigentes nacionales del PAN, Ricardo Anaya; PRD, Alejandra Barrales, y Movimiento Ciudadano, Dante Delgado; senadores, diputados y ex gobernadores.
Las principales figuras del “Frente Ciudadano por México” estaban ahí congregadas, convirtiendo la toma de protesta en una muestra de su músculo político.
Pero, a las 13:15 horas, comenzaron a vibrar los teléfonos de algunos gobernadores y líderes partidistas. Antonio Gali y Rafael Moreno Valle, Gobernador y ex gobernador de Puebla fueron los primeros en abandonar el evento. Los siguió el Gobernador de Morelos, Graco Ramírez. Después se fue Patricia Mercado, secretaria de Gobierno de la Ciudad y representante del Jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, quien llegaba ese día de Nueva York y no pudo viajar a Tepic.
Anaya, Barrales, Delgado, junto con Santiago Creel, Jesús Zambrano, Marco Adame, Guadalupe Acosta Naranjo, y otros operadores del frente opositor, empezaron a intercambiar datos e imágenes que provenían de la Ciudad de México, Morelos y Puebla. Un sismo magnitud 7.1 con epicentro en Axochiapan, Morelos, acababa de provocar el derrumbe de decenas de edificios. No se sabía aún cuántos muertos.
Los gobernadores emanados de alianzas PAN-PRD en 2016 (el veracruzano Miguel Ángel Yunes, el duranguense José Rosas Aispuro y el quintanarroense Carlos Joaquín) también se fueron.
Los lugares especiales en la verbena popular, preparados para celebrar el regreso de la alianza PAN-PRD al gobierno nayarita, se quedaron vacíos.
La foto del Frente mostrando su poder real ya no pudo ser tomada.
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Dos semanas después, el Frente sintió otra sacudida.
El jueves 5 de octubre, los operadores de Margarita Zavala filtraron a algunos medios que la ex primera dama renunciaría a su militancia de 32 años en el Partido Acción Nacional.
La decisión se tomó luego de una reunión entre Anaya y Zavala, celebrada el martes 3, en la que ella pidió definir ya un método de elección de la candidatura presidencial del PAN, y él insistió en que esa decisión no podía tomarla el PAN unilateralmente, sino que correspondía a los tres partidos del Frente.
“No son los tiempos”, añadió Anaya.
Apremiada por la fecha del 8 de octubre -límite original establecido por el INE para el registro de intención de los aspirantes a una candidatura presidencial por la vía independiente, que después se alargó hasta el sábado 14-, Zavala pidió que el PAN tomara sus propias definiciones, conforme a sus estatutos.
“Renuncia, y compite en igualdad de condiciones”, conminó la esposa del ex presidente Felipe Calderón.
Pero Anaya no se movió ni un centímetro de la postura que ha defendido desde julio de 2016, hoy plasmada en un calendario: conformación y registro del Frente ante el INE, septiembre; foros para elaborar el proyecto de país, del 19 de octubre a mediados de noviembre; redacción del convenio de coalición y definición de métodos para elegir a los candidatos del Frente, noviembre-diciembre; y elección del candidato presidencial, a partir del 14 de diciembre, cuando legalmente arranquen las precampañas.
A Zavala le quedaban cinco días para tomar la decisión más importante de su carrera política después de su afiliación al PAN en mayo de 1984, cuando tenía 16 años: su renuncia, cuando acaba de cumplir 50.
A Anaya el calendario le daba todavía dos meses para ocupar la dirigencia nacional panista, construir el Frente y placearse en los foros de consulta de los que surgirán los documentos básicos de la coalición.
La renuncia de Zavala provocó un intercambio de críticas y descalificaciones entre panistas, que duró 72 horas, y tuvo una cobertura mediática extraordinaria. Durante cuatro días, la ex panista estuvo en entrevistas, columnas y mesas de análisis, hasta que el jueves pasado acudió al INE a presentar su solicitud de inscripción como aspirante sin partido a la Presidencia.
“Este proyecto depende de los ciudadanos, no del dedazo de un Presidente ni del capricho personal de un iluminado, ni de un arreglo cupular”, dijo al presentar su solicitud, acompañada de un puñado de panistas.
Pese a los augurios de fractura, con Zavala sólo se fueron José Luis Luege, ex dirigente del PAN capitalino y aspirante a la Jefatura de Gobierno, y la senadora michoacana Luisa María Calderón, hermana del ex Presidente.
Amagos de presidenciables
El viernes 6, mientras Zavala hacía pública su renuncia en Facebook, los panistas Ernesto Ruffo, Luis Ernesto Derbez y Juan Carlos Romero Hicks (los tres aspirantes a la Presidencia), acudieron a la sede panista a cerrar filas con Ricardo Anaya.
Al mismo tiempo, de la oficina del dirigente nacional comenzaron a hacerse decenas de llamadas a dirigentes estatales, alcaldes, legisladores y, sobre todo, a los 12 gobernadores panistas, para hacer un control de daños.
“Había inquietud, algunos estaban enojados, otros muy enojados, pero con todos se habló, se comentó el tema y no hubo ninguno que decidiera romper el Frente ni mucho menos”, revela uno de los operadores panistas.
Pero la renuncia movió a otros aspirantes a la candidatura presidencial del Frente.
El domingo 8 en la mañana, el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, dijo en rueda de prensa que el Frente no estaba en riesgo por la renuncia de Zavala, pues no depende de una sola persona. Pero advirtió que su candidato presidencial debe ser electo por un método democrático. Mancera, quien fue uno de los artífices del Frente, en acercamientos que tuvo con Ricardo Anaya desde marzo, aclaró ese día que él no buscaría la candidatura independiente, y reiteró que se quedará en la Ciudad a atender la emergencia, tras el sismo del 19 de septiembre.(STAFF/TABASCO HOY)