Mucho se ha dicho sobre los problemas que están generando los comerciantes ambulantes en la Quinta Avenida. Menciono a la Quinta, no porque sólo sea ese el problema, es toda la zona turística, no sólo la emblemática avenida. Pero, a fin de hacer cálculos que nos ayuden a visualizar lo que realmente pasa además de grafitti, mala imagen etc., nos referiremos únicamente a la Quinta.
Es evidente que existen compromisos con los ‘vivales’ que se acercaron a los entonces candidatos haciendo todo tipo de ofrecimientos… el problema es lo que esperaban recibir a cambio. Les diremos, cayeron, les ‘chamaquearon’, y ahora, ya no tiene no idea de cómo quitarse de encima.
Claro, me refiero a las grandes empresas que les han comprometido con cosas que extreman los márgenes de la legalidad, por ejemplo, Ultramar, etcétera; pero permítame preguntar: ¿y los demás?, ¿en verdad también hicieron trato con las asociaciones que tratan personas y sobre todo, menores de edad?
El detalle está en el terrible daño económico y pérdida de empleos. Salgamos una tarde cualquiera a la Quinta Avenida; el comercio ambulante ya obstruye la entrada a los negocios establecidos lo que los ha obligado a sacar su producto sobre la Quinta para que no les pongan uno en la entrada y ni uno de los que tienen esos permisos cumplen con el reglamento del Comercio en la Vía Pública empezando por ser gente de escasos recursos, tercera edad y capacidades diferentes. Sí, lo hemos dicho, quienes pagan impuestos, sueldos; hasta chantajes –por no llamarlos por su nombre-, ¿se ha preguntado usted amigo lector, cuánto pierden?
