La libertad de expresión, no es una ocurrente dádiva de los gobiernos en turno ni de determinados grupos de poder, es un derecho ciudadano y profesional de rango constitucional en México y en la mayor parte del ámbito internacional. Sin embargo, en nuestro país y en lo particular en Quintana Roo, hay harta evidencia en todos los tiempos de la vida pública, política y social, del acomodo a modo de la materia.
En este contexto, el ejemplo más ilustrativo son los medios de comunicación, los que en opinión de la catedrática de la Universidad Complutense de Madrid, Dra. María de Jesús Casals Carro, hacen inimaginable el mundo sin ellos: “La comprensión de nuestro mundo no es posible sin esta presencia universal de los medios con su actividad comunicativa, verdadero motor de los cambios o transformaciones sociales ya sean de liberación o de dominio”.
En su texto Medios de Comunicación y periodismo: ante la encrucijada del cambio, capítulo del libro El Espectáculo Mediático de Javier Horacio Contreras Orozco, Doctor por la Universidad de la Laguna, Tenerife, España; la académica puntualiza: Desde su primera existencia en la segunda mitad del siglo XIX, la prensa, el primer gran medio de comunicación de masas, se ha debatido en el mismo dilema liberal de las democracias occidentales: ambición de ganancias y discurso de igualdad social; explotación y discurso de justicia; ocultación y discurso de verdad; persecución y censura y discurso de libertad”.
Y profundiza: “La prensa es un producto genuino de estas sociedades liberales, para lo mejor, que es mucho, y para lo peor, que también es constatable. De modo que desde los primeros periódicos de masas se supo enseguida del poder destructivo de una prensa coactiva, mendaz y amenazante; y se le opuso el discurso contrario: realidad, verdad y objetividad, ética deontológica”.
Remata: “Los medios de comunicación son empresas con intereses económicos, políticos e ideológicos. Su propia existencia se justifica por la consecución de objetivos de dominio y dirigismo social para un resultado de beneficios económicos y de mantenimiento del sistema. Siempre ha sido así, aunque ahora la tecnología ha permitido, la ampliación del poder de los medios”.
“Es evidente que muchas de las críticas que se realizan desde los medios de comunicación tradicionales contra las redes sociales y el ciberactivismo, contra la universalización del conocimiento gracias al internet, contra la difícil tarea de control de las comunicaciones en red, se debe a esta dificultad de poder dirigir convenientemente al rebaño social”.
Y en esta nueva cultura de la sociedad de la información que plantea la investigadora, se ha intensificado el debate: Sin periodismo no hay democracia; con las redes sociales hay libertinaje; la libertad de expresión es controlada; ya no hay periodismo, hay vocerías.
En este sentido, el Doctor Juan Luis Manfredi Mayoral de la Universidad de Sevilla, acota que “las circunstancias de este momento en el que vivimos resultan adversas para el periodismo, aunque periodismo será lo que nos empeñemos los periodistas que sea. Está en nuestras manos recuperar la credibilidad y el respeto que este oficio se mereció y por el que se le considera uno de los pilares de la democracia y el más peligroso enemigo de las dictaduras”.
El catedrático puntualiza que, para ello, es menester volver a servir a los ciudadanos; recuperar los principios de ética civil; así como el periodismo de verdad, que “ha sido siempre ir, oír, ver y contar, aunque ahora es casi siempre solo opinar…aunque no se sepa de lo que se está hablando”.
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