La vivienda se ha visto afectada por las crisis económicas: múltiples inflaciones, devaluaciones, en sí, por la famosa burbuja inmobiliaria que desde 2009 explotó en Estados Unidos y nos afectó hasta la fecha. La gran ventaja de toda esta problemática es para los inversionistas, quienes ganan el doble y a veces hasta el triple sobre la inversión realizada en la fabricación del inmueble, pero más allá de simplemente recolectar por la sola inversión, ellos ganan por la utilización de materiales defectuosos utilizados o de baja calidad.
Resulta insultante que además de pagar sumas enormes que llegan a rebasar las posibilidades de muchas familias, se tenga que lidiar con los defectos que le afloran con el paso de los meses a la propiedad: paredes cuarteadas, escurrimientos hídricos, drenajes con conexiones hechizas, puertas y ventanas endebles, estacionamientos diminutos, pisos con cerámica defectuosa, entre muchas fallas más.
Lo cierto de todo esto, es que nuevamente no se cuenta con una ley por parte de los ciudadanos, que realmente regule los precios reales de una vivienda, no se tiene un alto en las ganancias que por el derecho a la vivienda se obtiene por la laceración del bolsillo a los residentes; la vivienda por lo tanto, resulta no ser un derecho, ni mucho menos resulta adecuada, digna o decorosa, compruebe por usted mismo y dese una vuelta por allá en Villa Natura, Paraíso Maya, Tierra Maya, Paraíso Maya, Lombardo Toledano, Villa Otoch, entre muchas otras más.
En nuestra ciudad se continúan construyendo, todas con atractivos que sólo los inversionistas aprecian pues las familias no tienen opciones, sólo queda adaptarse.