Ahora resulta que el Programa de Desarrollo Urbano de Benito Juárez, elaborado “fast track” en el trienio del borgista, Paul Carrillo de Cáceres, fue desechado por el Tribunal Superior de Justicia del Estado.
¿Y entonces cuál es el reglamento en la materia que rige en Benito Juárez?
El municipio se ha quedado con este vacío enorme, toda vez que el PDU aprobado en el gobierno de Julián Ricalde fue anulado durante la gestión del innombrable Carrillo de Cáceres.
Nos preguntamos ¿Entonces qué hizo ese gobierno municipal de Paul Carrillo? La respuesta: Nada.
Otra vez salen a relucir las repercusiones negativas que contraen los enconos y las venganzas políticas, pues el gobierno de Paul Carrillo se aferró a modificar el PDU juliancista sólo para no dejar huella de su antecesor e imponer sus criterios de acuerdo a sus intereses.
Estas son las malas decisiones de un gobierno inexperto, plagado de gente sin idea de la administración municipal que decidió crear un reglamento sobre las rodillas, al “ahí se va”.
Ahora el gobierno de Remberto Estrada deberá crear un nuevo PDU, elaborado por urbanistas, por expertos en la materia, de manera seria y sin prisas, dada la importancia de un documento que rige el desarrollo al que deberá someterse el municipio en los próximos años.
Que esto sirva de lección al “gobierno del cambio” que, de manera similar, borra todo lo que tenga que ver con Borge (excepto los altos salarios de los funcionarios, of course) de manera inmediata.
Quintana Roo no merece este tipo de decisiones hechas al vapor, tomadas por meras rencillas políticas, y exige mayor seriedad de sus gobernantes, atributo del que careció siempre Paul Carrillo de Cáceres, visto siempre como títere de Borge.